Capítulo 7

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Escuchó los gritos del público cuando se montó en la escoba y sonrió aliviado. El dragón se acercaba con sus fauces listas para expulsar fuego de nuevo y no quería que le abrasara.

Dio una patada para elevarse y por poco esquivó una llamarada del colacuerno. Sacudió la cabeza y trató de concentrarse en el huevo dorado que reposaba en las rocas, justo debajo de las patas del animal.

Eso iba a ser difícil.

Descendió en picado hacia el huevo, estirando la mano para tratar de alcanzarlo, pero un rugido le hizo virar en el último momento, salvándose de las garras del dragón. Oía de fondo los vítores y la voz de Awase emocionado por su forma de volar, pero no era momento para celebraciones.

Si no conseguía ese huevo estaba perdido, porque no podría pasar a la siguiente prueba y perdería de manera automática el campeonato. Necesitaba concentrarse y pensar en una estrategia, pero no se le venía nada a la mente. ¿Qué haría Bakugo en su situación?

-Trataría de... Despistarlo... Tal vez si lo mareo...

Esquivó unos cuantos zarpazos y se alejó un poco del huevo, elevándose más en el cielo. El dragón al notarlo trató de seguirlo pero la cadena a la que estaba atado se lo impedía. Rugió descontento y alzó el vuelo tratando de atrapar al adolescente, que se elevaba cada vez más para huir de él.

Con lo que Kirishima no contaba era con que el colacuerno lograse soltar la cadena. Los profesores se levantaron de sus asientos al verlo, pero era demasiado tarde. El imponente dragón estaba libre y se lanzó a por Kirishima, que huyó volando en dirección al castillo.

-¡Esto no es nada seguro!

Gritó asustado al ver que el animal se acercaba y trató de ir más rápido. ¿Por qué mierda no aseguraron la maldita cadena? Definitivamente querían matarles.

Sacudió la cabeza, pensando que debía reducir al dragón, o al menos despistarle para poder volver a por el huevo. Cuando llegó a las torres del castillo se ocultó tras una de ellas, viendo como el dragón se posaba en la de en frente, buscándolo.

-Necesito huir de aquí...

Lo único que se le ocurría era convocar un patronus. No había otro hechizo que conociese que pudiese distraer al dragón. Así que trató de llevar a cabo ese plan. Creó el patronus y señaló hacia el animal.

Supo que funcionó al escuchar el potente rugido que soltó el colacuerno, y salió disparado hacia el campo de batalla. Miró hacia atrás y por suerte no le seguía.

Cuando llegó fue recibido por las ovaciones de sus compañeros, que estaban eufóricos. Cogió el huevo de oro y lo alzó con una enorme sonrisa en su rostro, lleno de adrenalina.

-¡Lo hiciste genial Kiri!-Mina le zarandeó emocionada en cuanto se reunieron fuera del campo, y el chico se sintió mareado

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-¡Lo hiciste genial Kiri!-Mina le zarandeó emocionada en cuanto se reunieron fuera del campo, y el chico se sintió mareado.

Todos sus compañeros de casa le estaban rodeando para felicitarle y se sentía un poco abrumado por la repentina admiración que estaba recibiendo. No le gustaba ser el centro de atención pero en esos momentos era inevitable.

Eijirou Kirishima y el Cáliz de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora