Por la mañana, me levanto un poco después de las seis, me deslizo suavemente al cuarto de baño y tomo una ducha en primer lugar. Nadie parece estar levantado todavía, gracias a Dios. Me seco rápidamente y de mala gana tiro de mi doble capa de sujetadores deportivos demasiado pequeños, la camiseta y mis tighty whiteys*. Sólo tenía que añadir calcetas. Entonces me visto con el uniforme prestado y trato, por diez frustrantes minutos, atar la corbata. Es increíblemente complicado. Todo lo que logro es un nudo torcido que se ve como un esfuerzo de un niño de jardín con un cordón de zapato.
Salgo de la habitación, todavía frotando mi cabello mojado con una toalla, preguntándome si debería usar espuma o si eso era demasiado femenino.
—Eres una persona madrugadora también, ¿eh?
Grito. De acuerdo, totalmente fuera de lugar con la situación, pero no puedo evitarlo, pensé que estaba sola. No sólo grito, también salto como tres pies en el aire.
—Wow. —Tyler me da una mirada alarmada— ¿Qué demonios fue eso?
—Lo siento. Estoy un poco nervioso, supongo.
Está frente al espejo con una máquina de afeitar y una camiseta, sudada.
—Lo bueno es que tengo una mano firme o tendría que usar cintas por los cortes. Nunca he oído a un tipo dar un grito como ese.
Me muerdo el labio. Es demasiado pronto para ser un hombre. Nunca he tenido un papel en donde tuviera que empezar desde el momento en el que me levanto de la cama.
—No te preocupes. No se lo diré a nadie. —Sus ojos marrones se fijan en mi corbata y el nudo de arriba— ¿Qué se supone que es?
Mis dedos vuelan hacia el nudo destrozado y puedo sentir mis mejillas arder.
—Aquí, lo haré yo. —Pone la navaja hacia abajo, se limpia las manos en la toalla sobre su hombro, y se acerca para solucionarlo.
Le doy las gracias entre dientes, mientras él afloja el nudo.
—Mira, es sólo algo como: debajo, arriba, alrededor, arriba y adelante. —Me muestra.
—Uh…seguro. Por cierto, gracias por dejarme tomar prestado el uniforme. ¿Te importa si lo uso esta semana?
—Está bien. Este fin de semana te puedo mostrar dónde comprar uno, si quieres.
Asiento con la cabeza, sintiendo una punzada de culpa, ya que para entonces estaré muy lejos.
Debe de ver algo en mi cara, porque parpadea hacia mí con una mirada de complicidad y dice.
— ¿El dinero es un problema?
—Oh, yo…bueno, no es eso, yo sólo...
—Está bien. No todo el mundo aquí es rico, ya sabes. Yo estoy aquí por una beca.
Me siento como una mentirosa, pero agarro el camino de menor resistencia.
—Sí, también yo.
—No hay nada de qué avergonzarse. Lo único que significa es que estamos aquí por nuestros cerebros, no las cuentas de banco de
nuestros padres.
—Me da palmadas en el hombro— ¿Nos vemos en el almuerzo?
—Claro. Está bien. Y muchas gracias de nuevo.
Más adelante en el día, después de haber pasado mis clases de la mañana sin incidentes y haber comido con Tyler, Max y Earl sin hacer una total tonta de mí misma, me estoy empezando a sentir casi segura. Es una de esas tardes de oro de septiembre, dos partes verano, una parte otoño. El cielo es impecable, de un perfecto azul intenso y el aire huele a manzana mezclada con mar. Es como si los dioses estuvieran diciendo sí, a mi loco y disparatado plan; ellos están diciendo que sí a mi búsqueda de respuestas; tal vez están incluso diciendo que sí a YoonGi y a mí, aunque no tengo ni idea de cómo algo así podría pasar, ya que…bueno, ya sabes. De todos modos, el punto es que casi he sobrevivido a mi segundo día de escuela y un hilo tentativo de optimismo ha empezado a burbujear dentro de mí, la sensación de que podría sacar esto adelante después de todo. Entonces miro mi horario. De repente, los dioses han dejado de decir que sí y han comenzado a hacer ruidos obscenos realmente desagradables.
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Chica en chicolandía (Suga BTS) [LIBRO ADAPTADO]
Fanfic¿Serías tan valiente cómo para meterte en el terreno del enemigo?