Capitulo 19

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— ¿Hombre qué pasa con tu cara? 

Mis ojos se abren inmediatamente.

— ¿Qué?

—Tu piel, luce como si tuviera cera o algo así.

Mi cara arde, probablemente pasando al atractivo tono de un tomate podrido. Mis manos vuelan a mis mejillas, cubriendo lo más que puedo. Sin contestar su pregunta. Me miro en el espejo colgado en la parte de atrás de la puerta del closet.

¡Scheisse! El agua de la pasada noche ha convertido mi sombra de cinco en punto en un lio de cera, desprendiendo pedacitos. Los pequeños pelos estaban agrupados en puntos al azar como un sweater barato que comenzaba a picar.  Con pánico corro por el pasillo hacia el baño. Olores desagradables llenan el aire; varios chicos estaban ocupados haciendo sus necesidades en los urinales. Apenas percibo estos detalles, mientras corro a un lavamanos abro el grifo del agua y me enjuago la cara.

Dado que estaba en demasiado apuro para agarrar una toalla, tuve que agarrar una de de las duras toallas de papel marrón del dispensador para quitar el resto de la pasta.

—Oye Rogers, ¿qué hay?

Me doy la vuelta y veo que uno de los chicos usando el urinal es Josh. Él mueve la cabeza como saludo. Obligo mis ojos a alejarse de lo que está en su mano, doy una torpe sonrisa, y vuelvo a enjuagarme la cara. Por favor Dios, no le dejes notar los pequeños pedazos de cera velluda que estoy tratando frenéticamente de lavar.

— ¿Cómo está el hombre hoy?

—Bien—digo distraída.

Casi he conseguido que mi rostro este limpio. Es claramente menos viril de lo que era ayer, pero al menos no me veo como un cepillo de pelusa andante. Un interminable ruido de pedos viene de uno de los baños, seguido por varios plops. Me estremezco con asco.

—Escucha, ¿quieres almorzar? Hay un par de cosas que quiero preguntarte.

Dios mío, ¡Josh aun esta orinando! Debe tener una vejiga del tamaño de una pelota de playa. ¡El chico podía irrigar un país pequeño! No puedo dejar de mirar fascinada la corriente de oro que continua fluyendo sin cesar.

— ¿Estás bien?

— ¿Huh?—sacudo mi cabeza obligándome a enfocarme en su cara—Lo siento, aún me estoy despertando, ¿qué dijiste?

Por último y misericordiosamente, le da a la serpiente de pantalón una pequeña sacudida y la mete en sus bóxers.

— ¿Estas libre al almuerzo?

—Uh, seguro.

—Bien.

Examino una última vez en el espejo mi rosado rostro recién lavado y me dirijo a la puerta. Por supuesto espero que esta mañana no sea un presagio de la jornada por delante. Nadie debería ser expuesto a tales horrores antes de las ocho de la mañana.

Durante el almuerzo, es un poco incómodo decirle a Tyler, Max y Earl que no me sentaré con ellos hoy. Sus rostros se enfrían cuando, paso por la mesa y tan casualmente como puedo, menciono que Josh me necesita.

—No es gran cosa—agrego con forzada indiferencia—Sólo quiere preguntarme algo.

Tyler se encoge de hombros imitando mi tono.

—Como sea.

Max, murmura algo en voz baja. 

— ¿Qué?—le pregunto, inclinándome un poco más cerca. 

—Veo como es. Ahora eres demasiado bueno para nosotros. —Se queda mirando su sándwich, rehusándose a mirarme a los ojos.  Estoy un poco sorprendida al darme cuenta de lo ansiosa que estoy por probar que están equivocados. Cuando llegue aquí, consideré a estos chicos como perdedores sociales, y que tenía que quitármelos de encima si quería llegar a la multitud que importaba.

Chica en chicolandía (Suga BTS) [LIBRO ADAPTADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora