El tiempo

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L: -Hay que pensar que tal vez lo puede aceptar- Lisboa reunió a todos los atracadores en la sala del presidente del banco. Para decirles algo importante -¿Cómo vamos con el oro?

B: -Para mañana por la mañana, ya sólo serán pepitas

L: -Perfecto, porque mañana en el atardecer nos fugaremos

B: -¿Cómo sacaremos el oro de aquí?

L: -Lo llevaremos con nosotros, dentro de los monos, serán pepitas, podemos llevarlo

B: -¿Somos suficientes?

L: -Claro que sí, sólo hay que saber dónde llevarlo y cuánta cantidad, somos trece, llevaremos las pepitas ocultas en la ropa

B: -Bueno, entonces todo estará listo para mañana

L: -Confío en ti

=26 años atrás=

R: -Confío en ti

A: -Muy bien, porque jamás sería capaz de traicionarte u ocultarte algo, sabes que te amo

R: -Pero, entonces, ¿Porqué crees que se lo podría haber inventado? No parece que te odie

A: -Es que no lo hizo porque me odie, hay algo que no te dije porque no me pareció que tenías que saberlo pero podía lastimarte, y es que, hace un par de días ella me besó

R: -¡¿Qué?!

A: -Beso que no correspondí

R: -Ah, ¡¿Y porque no correspondiste su beso se inventó que TÚ la besaste a ella?!

A: -Que yo no la besé, no sería capaz, ¿Por qué no dejas que te lo explique?

R: -¿Sabes qué pasa? Sucede que nadie sabe que estamos en pareja, y si ella me lo dijo no fue para separarnos porque no sabe que estamos juntas, si lo dijo es porque es la verdad

A: -¡¡Ella sí sabe!!

R: -¿Cómo que sabe?

A: -Cuando la alejé de mi, le dije que tenía novia, que eras tú, y que jamás te engañaría porque no lo necesito, eres más que suficiente para mí

Raquel sólo se le quedó mirando, la amaba, le costaba tanto todo eso porque podía imaginársela con alguien más y le dolía demasiado.

R: -Yo también te amo, pero me duele imaginarte besándote con alguien más

A: -Entonces no lo hagas, no me imagines, no tienes que hacerlo

R: -¡Pero no puedo evitarlo!- Raquel empezó a deambular por toda la sala

Alicia la agarró del brazo y la miró a los ojos, rozo sus labios suavemente y se alejó de ella otra vez -Mírame los labios

R: -¿Qué?

A: -Mira mis labios

En parte se lo decía porque la ponía muy cachonda que mirara sus labios con tanto deseo, pero sobre todo se lo decía porque quería hacerle saber que era solamente suya. Raquel le hizo caso y miro sus labios, esos labios rojos, perfectos, suaves, que la hacían sentir mil cosas con sólo rozarlos, jamás se acostumbraría a sus besos.

A: -Estos labios son tuyos, sólo tuyos, ahora mírame a los ojos- Y ahora que la morena estaba como hipnotizada haciendo cada cosa que le decía al pie de la letra le hizo caso -Yo, soy tuya, y solamente tuya, ¿O acaso todavía no te diste cuenta? Dime, ¿No te diste cuenta de que puedes hacerme todo lo que quieras?

Raquel perdida en esas palabras, pegó su cuerpo contra el de la pelirroja y la empezó a besar, saltó sobre ella enredando sus piernas en su cintura. Alicia la levantó por los glúteos y empezó a subir por las escaleras con ella aferrada a su cuerpo. En ningún momento dejó de besar sus dulces labios. En definitiva se habían convertido en su droga favorita, el sabor a tabaco que quedaba en sus labios era exquisito, y cuando su relación terminó Alicia empezó a fumar para no olvidar ese sabor tan especial de la boca de su novia.

Ralicia: Te necesito conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora