Cómo superar un corazón roto.

Sin rastros.

Así como el polvo aparece de repente, cubriendo no solo una habitación, sino, una casa entera.
Así como la lluvia cae lentamente, sin aviso previo, volviéndose torrencial, inundando una ciudad.
Así como las nubes que, sin permiso, toman de rehén al sol, y no dejan ver su resplandeciente calor.

Si tan solo me hubieran dicho que en cada canción sobre ruptura que he escuchado era cierto cuando me decían que todo iba a estar bien, tal vez ahora no estuviera atónito frente al espejo que se encuentra en el baño.

El tiempo se hizo cargo de todo lo que un día dolió.
Mis lágrimas limpiaron aquella alma ahogada en ese aroma a cerveza que solía respirar.
La frustración que mi mente nublaba se desvaneció.
Es curioso como creí ver el dorado apoderándose de mi visión cuando era un rosa tenue por el dolor.
Es curioso verme al espejo y ya no ver el desastre que me hizo creer que era.
No conocía este tipo de final feliz, jamás había visto uno así.

Creo que me gusta lo que ahora veo.
Creo que me gusta quien ahora soy.
Creo que me gusta ser yo.