Perdí.

58 2 0
                                    



Estoy paralizado.
La habitación oscura se ilumina por pequeños orificios en el techo.
Puedo escuchar con claridad, como bajan lentamente los latidos de mi corazón.
Me siento abrumado.
No puedo hablar.
No puedo pensar.
Ni siquiera llorar.
Es como si le haya puesto pausa a mi vida mientras el mundo sigue avanzando.
Ya no quiero respirar...

Estoy paralizado.
De pie, en la acera, bajo la sombra de dos árboles.
Escucho los autos pasar, personas hablar y aun así, puedo escucharme respirar.
Si doy un paso en falso, todo se acaba.
¿Qué debo hacer?
De repente, veo mi vida pasar en imágenes clásicas.
Es curioso cómo te entretienes con la misma película.
Incluso cuando sabes de memoria el principio, su desarrollo y su final.
Quisiera poder hacer algo para cambiar el conflicto que hizo que terminara de una manera tan catastrófica.
¡Qué patético!

Estoy paralizado.
En medio de la nada, el viento sopla a mi al rededor.
Siento que estoy solo, pero hay mucha gente observando.
Quiero gritar tu nombre, con la esperanza de que responderás, pero solo puedo escuchar la melancolía del silencio susurrándome que tú ya no volverás.
Tu voz hace eco en mi mente y en mi corazón.
Quiero llorar, pero no puedo.
Ya no puedo hacer nada desde el día en que te perdí.

Estoy paralizado.
Pero poco a poco, muevo un dedo, mi mano, mi brazo, mi cuerpo hacia otro lugar, un lugar que no me recuerde a ti.
Me estoy adaptando.
Con el tiempo, a través de los meses que han pasado.
Me estoy adoptando y acepté que te perdí.
Ahora me estoy adoptando y aprendiendo a vivir sin ti.

Me di cuenta que no se trata de superar y olvidar.
Somos seres humanos, y siempre vamos a tener la noción de un recuerdo vago sobre algo o alguien que nos marcó en nuestro pasado.
Aprendí que el dolor no se supera porque no importa cuánto tiempo pase siempre dolerá, te adaptas, aceptas y aprendes a vivir con él.
Lo haces parte de tu vida, de tu día a día.
Está en tu rutina, en tus expresiones y en tus actitudes.
El dolor te hace mejor persona.
El dolor te daña pero también te sana.
Así que me adapté, acepté y ahora aprendo a vivir sin él.

Cómo superar un corazón roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora