CAPÍTULO 1

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Conducir, comer, limpiar, dormir, regresar, tomar café, hacer ejercicio, conducir...

Su vida era un sin fin de rumbos que no llegaban a ningún lado. Y ella trataba de pensar en cómo avanzar en ese mar negro en el que se había convertido su vida. La vida que siempre había soñado y que ahora sentía que se escapaba poco a poco de sus propias manos, que se escurría entre sus dedos sin poder evitarlo.

Y de nuevo estaba lamentándose cosas que no podía cambiar, porque esas cosas que estaban cambiando no eran por ella, eran por el.

Su esposo, su mundo desde que era adolescente, estaba distante de ella; y ella, tímida como era, aún sabiendo la razón de su distanciamiento, no tenía el valor de reclamarle lo que estaba pasando.

Porqué esa chica que se había convertido en mujer con el paso del tiempo, volvía a ser la niña tímida que no tenía un solo lugar a donde ir.

- Maxi: ¿pasa algo mamá?
- Chiara: (la voz de su hijo la trajo de regreso a la realidad - le sonrió - como pudo, como si no se estuviera cayendo en pedazos) no (mintió) solo que tengo algo de sueño
- Max: (la estudió un par de segundos y luego le dio una sonrisa) ¿tienes todo? No quiero llegar tarde
- Chiara: (asintió y le entregó la merienda con una sonrisa, hoy era el primer día de clases y era muy especial para su hijo) aquí está todo (dijo con tranquilidad)
- Max: (sonrió una vez más, pero su sonrisa se opaco un poco mientras veía la entrada y faltaba el maletín en la puerta) ¿papá no a llegado? (pregunto con algo de tristeza) prometió llevarme
- Chiara: (mantuvo su sonrisa a pesar de que su corazón se apretara con dolor al ver esa sonrisa en el rostro infantil, ir disminuyendo poco a poco) seguro solo se le hizo tarde
- Max: (sólo asintió de nuevo, pero su sonrisa había disminuido considerablemente) será mejor irnos (exclamó como si no le afectara)
- Chiara: (lo vio con tristeza) ¿no quieres esperarlo?
- Max: (negó con la cabeza) debe tener mucho trabajo (musitó el niño caminando a la calle)

Chiara asintió y caminó tras el, queriendo creer esa mentira que ambos se decían él uno al otro, que su esposo realmente estaba trabajando.

(•••)

Cuando por fin terminó regreso a su casa, se quedó en la entrada, contemplando el jardín, sin saber si debía adentrarse o simplemente quedarse ahí y ver qué pasaba. Suspiro con cansancio, no era el tipo de persona que hablara mucho o que demostrara sus preocupaciones o incluso sus emociones. Eran contadas la personas que lo conocían realmente, y para su mala suerte, jessenia y Luis no estaban entre ellos.

Suspiro de nuevo y pensó en que hacer, que debería hacer realmente.

Su hija lo era todo para el, pero había heredado la misma perspicacia que lo caracterizó desde niño, por lo que ella estaba enterada también de la situación, y había dolido como nunca, que prefería a jessenia muy por él encima de él; el que era un padre distante y frío.

Miro el cielo unos segundo antes de apretar los puños.

¿Acaso esos dos no se daban cuenta que eso que jugaban solo era añoranza del pasado? ¿que mucha gente saldría lastimada? Y eso que no se contaba a él; cuando esa sensación de prohibido y de incertidumbre pasará, cuando notarán sus verdadero sentimientos, ya sería demasiado tarde.

Analizo cada parte de su vida, cada detalle, algún indicio que podría haber advertido de lo que se enfrentaría en ese momento, pero la verdad es que no había ninguno, cegado como siempre por su soberbia, no se había percatado cuando su mujer, la cual ahora ya no parecía serlo, se había lanzado a los brazos de su mejor amigo.

Esa chica de cabello rosa que le había pedido salir con el, la que lo había esperado sin perder la esperanza, ahora le correspondía a otro.

Tal vez si le hubiese hecho caso a Kevin y se hubiese casado con ella cuando nació Nadia, las cosas hubiesen sido un poco diferente, pero a Luis no le había importado el estar casado con la chica Di Santis, dudaba que a ella le hubiese importado estar casada con el.

Un Amor Después Del Dolor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora