Recibos y salarios

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Ahora Samuel debía tomar sus ahorros para comprar el andador que Pilar usaría, es una pena, pues el dinero lo estaba reservando para cambiar las llantas de su bicicleta que ya se encontraban gastadas, pero eso ahora no era importante.

Los días pasaban, Samuel y Pilar ciertamente no la estaban pasando nada bien, el andador permitía que ella se movilizara dentro de la casa pero cuando el vehículo de la terapia llegaba a recogerla o dejarla Samuel debía cargarla, pero ese era el menor de los problemas.

El salario que Pilar ganaba en el bar ahora hacía falta, Samuel trataba de ahorrar hasta el último centavo y de tomar todos los pedidos que el tiempo le permitía, pedaleaba como si su vida dependiera de eso, y de cierto modo así era.

Las cuentas del mes llegaron, ambos estaban en la sala contando hasta el último centavo para cumplir con todos los recibos, Guzmán apretaba mi mano y cerraba los ojos, mientras repetía "que sea suficiente, que sea suficiente" una y otra vez, yo apretaba la suya como queriendo decirle que lo sería, que todo estaría bien.

Un grito victorioso invadió el pequeño edificio, incluso habían sobrado unos euros que guardaron en una lata de café que se encontraba sobre el refrigerador, servirían para el próximo mes. Samuel tomó los recibos con el dinero y lo colocó en un sobre, mañana se encargaría de hacer los pagos.

Pero lo que preocupaba a todos era el mes siguiente, pues no contarían con los ahorros de Pilar, solamente con lo que Samuel pudiera ganar con las entregas de pizza, debían encontrar otra forma de hacerse de más plata o ciertamente no podrían cumplir con los pagos, pero por el momento Martín y Guzmán velaban el sueño de los habitantes de ese pequeño piso en un barrio humilde de Madrid.

Ángel de la guardaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora