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    Las manos de Andrea sudaban más de lo normal, estaba nerviosa, asustada, una montaña de sentimientos encontrados se elevaba en su interior con cada paso que daba, lo único que quería era dar media vuelta y salir corriendo con su hijo para después desaparecer, pero por alguna razón sus piernas no obedecían a su mente, sin darse cuenta ya estaba frente a la puerta de madera con el nombre de Michael grabado ¿Qué tenía que hacer? ¿Tocar? ¿Salir corriendo? No sabía y siendo sinceros no era como que lo quisiera averiguar, solo quería regresar en el tiempo para no salir de compras esa tarde que lo miro; pero entonces sucedió, respiro hondo y elevó su brazo mientras cerraba su mano en un puño, contó hasta tres y tocó la madera de la puerta levemente con sus nudillos, su corazón estaba a nada de salir de su pecho, dio un paso atrás cuando pasaron apenas tres segundos, estaba dando la vuelta arrepentida de lo que había hecho, ya lo había decidido, saldría corriendo antes de que aquella puerta se abriera de par en par, pero por alguna mala pasada del destino el sonido de la manija hizo click y entonces la puerta se abrió, Andrea cerró los ojos golpeándose mentalmente por haber ido ese día y enzima tocar aquella puerta.

-¿Andrea?- pregunto aquella voz que en su momento la volvió completamente loca, suspiro y dio media vuelta para encararlo, llevaba puesto un pantalón negro, con camisa de vestir blanca (que en ese momento estaba doblada hasta los codos) y una corbata negra, con lentes y peinado hacia atrás.

-Alan me conto lo que paso ayer en la mañana, quiero aclarar las cosas contigo para dejar este estúpido teatro de una vez por todas- en la cara de Michael se formó una sonrisa, al perecer el joven había mal interpretado las palabras de la chica, se hizo a un lado dejando un espacio para que ella pasara a la oficina.

-adelante- la castaña con la mirada en alto paso sin tener contacto visual con el hombre, detrás de ella se cerró la puerta- ¿Quieres tomar algo? ¿Whisky? ¿Vino tinto? ¿Jugo de naranja? A ti siempre te gustó el jugo de naranja- hablaba el pelinegro mientras se acercaba al mini bar de su oficina algo nervioso pero sin perder la sonrisa de su rostro.

-no, gracias Michael, así estoy bien- él volteo a verla- quiero hablar, es lo único que me apetece y por lo único que vine- Michael perdió la sonrisa en su rostro cambiando la expresión a una seria.

-bien- asintió- toma asiento entonces- señaló con su mano uno de los sillones de piel, Andrea se sintió de algún modo aliviada de no tener que batallar más de lo que debía con el hombre, que en ese momento se encontraba sentado frente a ella- ¿Decías?- preguntó él incitando a la castaña a hablar.

-se que tienes sospechas o tal vez ya lo sabes- hablo nerviosa, el pelinegro se acomodó en el sillón cruzando una pierna.

-¿Es mi hijo?- obviamente en ese momento no se andaría con rodeos, él quería saberlo, necesitaba salir de esa incertidumbre que lo tenía al borde de la locura, Andrea sabía que no podía ocultarlo por más tiempo, si él tenía la sospecha lo averiguaría tarde o temprano y tal vez por otros medios que no eran ella. Así que se limitó a asentir- ¿Por qué no me lo dijiste cuando te enteraste que estabas embarazada?- reprochó.

-¿Por qué? Creo yo que tal vez porque creí que estabas casado, tal vez porque nunca me buscaste ni siquiera para darme una explicación o pedirme perdón por útilizarme como lo hiciste, tal vez porque la carta de despido llego a mi piso, tal vez porque no querías saber nada de mí y francamente yo tampoco sabía nada de ti ¿Te parecen pocas mis razones?- expuso con irritación la castaña, el hombre era de lo más exasperante cuando se lo proponía y sospechaba que, efectivamente, se lo estaba proponiendo.

-se que estuvo mal el cómo ocurrieron las cosas, pero ya te pedí perdón por eso Andrea, estoy arrepentido de eso, créeme que si pudiera viajaría en el tiempo para evitar que todo eso pase, pero es muy tarde para eso, solo me queda remediar lo que hice y quiero hacerlo de la mejor manera, quiero estar con mi hijo, contigo, ser una familia- Andrea negó con la cabeza al escuchar aquellas palabras.

¿dónde estabas tu?  [Alan Rickman] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora