Honey Honey |Shadamy - One Shots|

Yes Sir, I can boogie

Una eriza rosada junto a su amiga la murciélago se encontraban caminando por los pasillos del Reino del rey de Mobius, Max Acorn, pues ambas trabajan juntas para la seguridad de la Casa Real. Amy y Rouge eran muy buenas con su defensa propia, y es por ello que fueron escogidas rápidamente para cuidar de la princesa Sally Acorn, quien era una pequeña ardilla de siete años de edad. Pero, Sally estaba sufriendo de una enfermedad extraña, y Max, su padre, estaba muy preocupado al ver a su hija así; pues su esposa ya había fallecido, y no sabía cómo cuidar de su hija muy bien ya que se la pasa haciendo sus deberes como gobernante.

Exactamente, Amy y Rouge estaban conversando sobre cómo la princesa Sally estaba muy enferma, y hacía a ambas jóvenes sentirse triste por la niña. Como las dos estaban en uno de los jardines de la Casa Acorn, disfrutaban del momento de su descanso. Pero de pronto, Bunnie se hace presente frente a ellas; hace una reverencia por muestra de respeto ya que las dos chicas eran muy admiradas, y se acerca a ellas para darles las noticias.

—Señorita Rose, el Rey quiere hablar con usted, y ahora. —avisó Bunnie preocupada.

—¿Bien? ¿Rouge puede venir conmigo? —pidió Rose señalando a su amiga.

—No, señorita, sólo a usted llama.

La joven eriza rosada de veinticinco años sólo asintió, y miró a Rouge antes de retirarse como una señal de que volvería pronto, a lo que la murciélago meneó la cabeza de manera positiva mientras dibujaba una sonrisa en su rostro. Rose suspiró nerviosa ya que creyó que la despedirían de su trabajo, o que quizá haya cometido algún error al momento de cuidar a la pequeña Sally. Caminó alrededor de veinte pasillos para ingresar la sala del Rey, y antes de ingresar, tocó la puerta cuatro veces de manera lenta, pues tenían una forma de comunicarse para dar a entender que es de la gente buena.

"Adelante"; dijo Max con un tono de preocupación, y Rose sólo ingresó sin siquiera dar algún aviso. Y estando ya en el interior de la sala, vio al señor Max con uno de sus ayudantes. Amy arqueó la ceja algo confundida, y sólo se acercó a ellos, e hizo una reverencia al Rey.

—Señorita Rose, me alegra que haya podido venir. —dijo Max educadamente.

—Su majestad, claro que tenía que venir. ¿Qué es lo que desea? —pidió Amy de igual manera.

—Tú más que nadie junto a Rouge saben que mi pequeña bebé está enferma, y necesito una cura para su enfermedad ahora mismo. —comenzó a hablar Max, y Rose sólo asentía ya que aún no entendía. Entonces, prosiguió—. Y necesito de su ayuda para que pueda conseguirla. —Fue lo que el Rey pidió, y Amy sólo rio nerviosa.

—¿Pero cómo? Sólo protejo a su hija, mas no soy una científica. ¿Cómo cree que pueda hacer una cura para su hija si ni siquiera sé cómo usar los utensilios científicos? —preguntó Amy preocupada por perder el trabajo.

—He dicho que la consiga, no que invente una cura. —informó el Rey, haciendo que la rosada se tranquilize—. Hace meses, un científico llamado Shadow trabajaba para nosotros. Él puso mucho esfuerzo en uno de sus experimentos, y logró obtener una cura justamente para la enfermedad de mi hija. Yo se la pedí muy amable, pero él se negó, sabiendo muy bien que mi niña estaba enferma; aunque había una posibilidad a que me dé esa cura, pero a cambio de una fortuna la cual no podíamos pagar. —contó Max, pero Rose podía ver que había algo malo ahí.

—¿Y cuándo fue eso? —preguntó Rose, y Max sólo se puso nervioso—. Quiero decir, dice que hace meses, y yo he trabajado aquí por muchos años, y nunca vi a ese científico. —agregó.

—Bueno, el reino cuenta con una base fuera de la ciudad. —Max estaba nervioso tras decir aquello.

No fue tan convincente aquella respuesta para la joven Rose, pues nunca había escuchado sobre esa base que se encontraba en las afueras de la ciudad. No hubo otra opción para Amy más que sólo asentir ante las palabras de Max, pues no quería perder su trabajo y su hogar la cual estaba ahí en el mismo Reino.