Recuerdos del pasado

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El horno de piedra que la pequeña eriza rosada de quince años tenía en un pequeño hogar había sido utilizada por horas, y había una razón. Amy había tenido una pelea con Sonic, aunque la palabra más adecuada es discusión; Rose estaba molesta en ese entonces, mientras que el cobalto se notaba triste y arrepentido. Esa era la razón por la que Amy había estado horneando lindos pastelitos, pues quería disculparse; y según esta, no hay mejor acto de amabilidad que entregar pastelitos con un delicioso y muy dulce glaseado de los colores más felices que existen.

Entonces, dejó los pastelitos en una mesa de madera, y fue a arreglarse un poco mientras que ellos dejen de estar muy calientes, y estén al menos tibios para poder decorarlas; pues cuando suelen estar muy calientes, la crema suele derretirse como helado bajo el sol. "Espero que a Sonic les encante"; pensó la rosada de una manera muy tierna; ella se hallaba muy emocionada y con curiosidad de saber cuál sería la reacción del cobalto cuando las pruebe. Y sin más que decir, Rose, muy feliz, fue a quitarse el delantal; y se emocionó tras pensar que decoraría pastelitos.

El sol avanzó un poco, y ya era la una de la tarde. La joven Amy regresó a su pequeña cocina, y comenzó a decorar los pastelitos; se notaba que a ella le encantaba realizar aquella acción debido a la enorme sonrisa que llevaba en su rostro. Hacía con la manga pastelera simples y lindas flores de colores; y cuando terminó, admiró con brillo en los ojos el resultado de su trabajo, y sin decir otra cosa más, colocó con cuidado aquellos pastelitos en una linda canasta que ella misma había decorado para Sonic, sólo para poder tener su perdón de haberle hablado de una manera agresiva.

—¡Estoy segura que a Sonic le encantará! —exclamó Amy colocando un listón rojo en la canasta.

En realidad, Rose no le había hablado muy molesta al cobalto; ella sólo había dado una razón por la que ya no siente cierta atracción romántica hacia él, aunque aún se siente confundida con sus sentimientos. Su tono de voz tras discutir con Sonic fue sólo uno leve y uno el cual pedía comprensión, pero como Amy siempre suele ser dulce con él, lo malinterpretó, y ahora se está esforzando sólo para sorprenderlo.

Con mucha emoción, esta salió de su pequeña casa, encontrándose como siempre con tal letrero que tiene escrito: La Casa de Amy Rose, y tomó camino hacia el lugar en donde suele estar a tales horas de la tarde; el parque. Mientras esta se hallaba feliz, caminando y saltando con la canasta en manos, por otra parte del pueblo, se hallaba Shadow; exactamente sentado en unas lindas y verdes colinas. Este recién había llegado de la Tierra, y no sabía a dónde ir descansar un rato, hasta que descubrió ese lugar hace días de haber aterrizado con una nave nodriza.

Él disfrutaba de la hermosa vista que la naturaleza le brindaba para poder sentir más el ambiente. Era un lugar en donde cualquiera podía estar, pero como era una colina demasiada alta, nadie se atrevía a subir y descansar, era sólo para los temerarios. Mas no era un lugar peligroso para Shadow; para él era muy relajante y armonioso, un lugar lleno de paz y tranquilidad, y es por ello que se siente agradecido de que nadie se atreva a subir allá arriba, o de lo contrario, arruinarían su lugar favorito de Mobius.

Muchas flores decoraban la colina; tenían miles de colores que no podría haber adjetivo alguno para describirlas a la perfección. Este pensó que tal vez sería un lugar para reflexionar, y agradecer internamente a la eriza rosada por quitarle la viga del ojo en aquella vez en la que casi destruye un planeta sólo por un deseo malinterpretado por este mismo. Había recuperado sus recuerdos, todos había vuelto a su mente; los recuerdos con María Robotnik; las charlas en el ARK con Abraham Tower el cual en ese entonces era un joven de diecisiete años, Gerald Robotnik y otros científicos de la base.

Aún se sentía culpable por la muerte de su mejor y única amiga María Robotnik; pero lo hecho, hecho está, y el pensamiento de haber al menos tomado en cuenta su deseo, lo hacía sentir mejor. No habría tenido sentido alguno si este hubiera llegado a destruir la Tierra; habría sido como destruir a la propia raza de su antigua amiga, y ahora se da cuenta que aquellos planes sólo harían triste a María si estuviera viendo aquello. Este negó con la cabeza debido al gran rato que se había quedado divagando en su mente, y suspiró para poder relajarse; María está descansando ya, y él respeta aquéllo, y ya era hora de dejarla descansar en paz por completo y dejar de usarla como una excusa para planes en contra del bien.

Honey Honey |Shadamy - One Shots|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora