Te ayudaré, Rose

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Las lágrimas saladas descendían sin parar hacia las mejillas enrojecidas de una eriza rosada de veintitrés años quien estaba frente a la casa de su antiguo amigo de universidad quien ahora es un reconocido abogado. Esta no se encontraba segura de tocar ya que anteriormente esta había decepcionado a su amigo, pero también supuso que el pasado es historia para ambos, y actuarían con sumo profesionalismo.

Antes de tocar la puerta, esta soltó un suspiro para calmar la tristeza que sentía en ese momento; la aflicción que la carcomía desde su mente hasta su ser tras pasar por un momento difícil como lo es un divorcio. Y ahora, después de haber divagado en sus fuentes de memorias, impactó los nudillos de sus dedos contra la madera tosca de la puerta, provocando un sonido suficientemente audible para cualquiera que esté allí adentro.

Los pasos de alguien que provenían desde el interior de la propiedad se hicieron presentes después de algunos minutos, y poco a poco se fue abriendo la puerta blanca de la gran casa. Amy Rose, la eriza rosada quien llamaba a la puerta, recuperó su postura y comenzó a limpiar todo rastro de lágrimas para no parecer una ridícula frente a su amigo profesional; aunque, después de todo, se supone que un abogado como él ya ha debido haber visto a sus clientes en un peor estado.

Entonces, una eriza amarilla de ojos azules se hace presente, quien al ver el estado de la eriza rosada, suspira cansada y rueda un poco los ojos. "¡Ugh!"; exclamó la joven eriza de unos veinte años, y prosiguió con su llamado.

—¡Shadow! ¡Tus clientes otra vez! —gritó esta, y le hizo una señal de espera a Amy antes de que se retirara.

"¡Bien! ¡Ya voy!"; fue lo que dijo alguien con una voz muy gruesa. Rose reconoció esa voz, y se sintió un poco nerviosa hasta que, finalmente, lo tenía a él frente a ella. Él, al verla, se sorprendió mucho ya que habían pasado años desde que se habían visto, pero volvió a su seriedad de siempre para preguntarle el por qué de su presencia.

—Buenas noches, Shadow. —saludó Amy tímida mientras jugaba con sus dedos.

—Hola, Rose. Cuánto tiempo, ¿No? ¿Qué te trae por aquí? —preguntó este confundido.

—Necesito tu ayuda, por favor. —pidió Amy ahora mirándolo en dirección de aquellos lindos ojos rojos.

Una broma quería decir Shadow debido a que ella y él, en los tiempos universitarios, eran muy buenos amigos, pero optó mejor por actuar como lo tan profesional que es.

"Ven, pasa"; dijo este para que después, le haga un espacio a Rose para que ingresara a la casa lo cual hizo caso al instante. Shadow cerró la puerta, y la guió hacia su oficina personal apto sólo para él y sus clientes. Rose lo seguía mientras que observaba los alrededores de la casa; al parecer había tenido mucho éxito desde sus estudios, además de ahora ser un abogado muy conocido en la ciudad.

Cuando ambos llegaron a dicha oficina el cual tenía puertas francesas, Shadow otra vez le dio el permiso a que Rose ingresara, y al fin estaban en el lugar correcto en donde Amy podía hablar del problema que estaba teniendo debido a su marido. Había un juego de muebles de tres, y se sentaron en esos asientos; Rose en frente de Shadow para poder tener una mejor comunicación entre sí.

—Dime, Rose, ¿En qué te puedo ayudar? —preguntó este algo comprensivo.

—En muchas cosas. —respondió Amy triste, dejando a Shadow algo nervioso—. No sabes cuán afligida me siento en estos momentos. Todo comenzó cuando contraje matrimonio con él, yo... —hablaba Amy, pero rápidamente fue interrumpida por Shadow.

—¡Espera, espera! Creo que te has equivocado, Rose. Déjame recordarte que soy un abogado, no un psicólogo. —avisó el erizo negro.

—¡Ya sé! Pero también quería hablar contigo como antes lo hacíamos en la universidad, ¿No te acuerdas cuando tú me hacías sentir bien cuando estaba triste? —preguntó Amy.

Honey Honey |Shadamy - One Shots|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora