Capítulo 8. Poquito a poquito

8 0 0
                                    

Y fueron pasando los días, me fue integrando a su círculo de a poco, el día que me presentó a sus amigos fue extraño, hay una característica en su carrera que a pesar de los años no se rompe, cuando salen de clases, van todos juntos, algunos se quedan afuera de la universidad a fumar, pero la gran mayoría sigue siendo una familia, ese lunes justo salimos al mismo tiempo, por lo que mis amigas, él y yo íbamos juntos, pero de repente nos despidió de ellas, no sabía a dónde íbamos o el porque nos detuvimos unos segundos...

-Amigos, ella es mi novia- anunció a un grupito de chicos, que solo se nos quedaron viendo como si me estuvieran examinando de algún modo, fueron los 3 segundos más incomodos, hasta que todos me empezaron a saludar presentándose, en ese momento yo era la persona más tímida del mundo, no hablaba en el camino, solo si me preguntaban algo, Willis iba jugando y platicando con ellos, aun no entiendo porque mi nerviosismo, pero este terminó cuando ellos se detuvieron en la tienda a comprar pan y la única chica del grupo se acercó a decirme:

-No te preocupes linda, eres su novia, ya eres parte de nosotros, no seas tan tímida

-Gracias, ¿Siempre son tan unidos?

-Depende de quien sea, Willis tiene otros amigos, a parte que trabaja más de lo que estudia, no suele tener amigos fijos o relaciones, pero debes ser importante, nunca nos había presentado a alguna novia.

-Pero, si había tenido antes ¿no?

-Sí, pero él no se acercaba a presentarla, nosotros lo intuíamos, a parte que por lo mismo no suele durar mucho con ellas, pero parece que contigo todo será diferente...

-¿lo crees?

-Claro que sí, solo velo, antes de que comenzaran a andar ¿lo habías visto así de feliz?
-¿Nos vamos? Ya es tarde, ellos esperan su transporte aquí- Willis había llegado, sujetó mi mano, me despedí de todos y nos fuimos, en cuanto llegamos a mi parada de autobús me detuve a verlo, su amiga tenía razón, sus pupilas se dilataban y mejillas enrojecían ligeramente cuando yo estaba cerca, sin mencionar que su sonrisa cada vez era más grande...
No entraré en detalles, no quiero volver esto monótono, así que solo diré que con unos kilos más llegó nuestro primer mes, honestamente estaba asustada, días antes hablaba con su mejor amigo: Alan, él igual tenía una relación más o menos con la misma duración y me preguntó que podría regalarle a su chica, lo que a mí me hizo cuestionarme ¿qué se les regala a los novios? ¿Cada cuánto se les saca a pasear o rascar la pancita? bueno no, pero tenía mucho tiempo sin relación que ya no sabía cómo hacer muchas cosas, entre ellas está, por lo que conocía de Willis no estaba segura de cómo serían las cosas, contando que él no regalaba cosas materiales, sino momentos, lo que a mí me hacía sentir extraña, y si ¿él llegaba con un regalo y yo no?, ¿cómo me dejaría eso? ¿Sería la peor novia del mundo? Además que Alan usaba frases como "es mucho para un primer mes" o "no la quisiera espantar" en cuanto le decía mis opciones de regalo (que también eran mías para Willis), lo sé, quizá no es tan importante, porque el tiempo era poco, pero los sentimientos no y como no sabía qué hacer, lo primero que se me ocurrió fue pedir ayuda en un estado de Whatsapp, lo que claro no previne fue que él estaba dentro de mis contactos y lo vio, en cuanto eso pasó me dijo que no quería nada más que otro y muchos meses más a mi lado, (lo que es súper tierno), pero mi yo ridícula, no podía dejar las cosas como estaban, así que superé mi debate interno y decidí hacer algo sencillo, solo compré un chocolate y le escribí una carta.

Curiosamente era viernes, (tenía algunas semanas que no lo esperaba los viernes ya que salía de verdad muy temprano o ya ni siquiera tenía clases, por lo que movimos nuestras salidas a "cuando pudiéramos" que era casi diario), pero ese día terminé mis clases y me senté a esperar.
-Hola- era una de sus amigas, Sara, a ella la conocía de antes debido al servicio social que hice en la universidad junto con compañeros de otros semestres y carreras.
-Hola Sara, ¿cómo te va?
-Bien, ya sabes de arriba para abajo, y ¿a ti? ¿Qué haces aquí solita?
-Todo cool, amm estoy esperando a Willis
-Claro, ustedes son muy amigos ¿no?
-Somos novios
-Ah... lo siento no sabia
-No te preocupes, no pasa nada
-Bueno amiga, me voy a clase
-Bye... (Lo sé, también me pareció raro, no sabía porque se fue si parecía querer platicar, pero no hice caso...)

Willis salió un poquito después de las 8, solo llevaba su mochila, así que todo parecía iba bien y creía haber tomado la decisión correcta en cuanto a la carta y al chocolate, fuimos a cenar a un lugar nuevo, en donde no me dejó pedir cosas frías (ya que días antes había enfermado de tos, alegaba que me estaba cuidando pero sé que disfrutaba de mi sufrimiento mientras él tomaba su frappe de oreo).
-Feliz primer mes- me dio una bonita caja llena de dulces- es para que te endulces la vida porque luego con tus dos carreras andas estresada y... (Sacó un par de conejos de chocolate de la caja), espero lo entiendas.
-Amm, este es el primer chocolate que me regalaste, creo no éramos novios en ese entonces.
-Si, por eso ahora te doy dos... porque ya somos los dos juntos.

-Entiendo, te quiero bastante, feliz primer mes cielo.
-¿Ya me amas?
-Hey, tranquilo viejo, jajajajaja vamos poco a poco
-Ustedes son adorables- se acercó el mesero- ¿necesitan algo más o traigo la cuenta?
-Parece que terminamos, la cuenta por favor- respondió Willis más sonrojado de lo habitual y como era costumbre, la cuenta la dividimos a la mitad, para ambos funcionaba mejor, era como decir "ambos ponemos lo mismo en todo".
Tal vez alguien externo a nosotros hubiera intuido que éramos novios y festejábamos algo, ni ir a París parecía tan romántico en ese momento, caminamos un rato por el centro de la ciudad, en momentos de la mano, en otros apartados, hablando de muchísimas cosas, parecía película de amor, cuando una pareja sale en una cita, yo usaba un vestido azul, él iba de traje negro y claro que por el frio que hacía me cubrió con su saco, incluso el momento de la despedida fue memorable, yo jamás le di ni la carta ni el chocolate, me las ingenié para que no se diera cuenta que las metí en la bolsa de su saco cuando se lo devolví... en ese momento éramos solo nosotros, sin que nada nos preocupara o asustara, nada podría detenernos.
A pesar de vernos a diario, las cosas poco a poco se iban tornando complicadas, yo estaba en mi último semestre de universidad y eso me consumía más tiempo, entre los preparativos para la graduación y los caóticos trabajos de tesis, cada vez lo veía menos tiempo, quizá de un 80% del día, pasó a un 45%, pero siempre aprovechábamos todo lo que podíamos.



ChachacháDonde viven las historias. Descúbrelo ahora