Diablo se reunió con su socio en una sala apartada de la festividad del lugar.
—Me alegra conocer a mi nuevo distribuidor. Jamás pensé que el destino nos uniría, Dean Hernández...—Dijo el joven, con admiración.
Diablo le escuchó, mientras analizaba su lenguaje corporal. El sujeto, llamado Moskovitz al parecer estaba al tanto de su trayectoria, como traficante.
—Creo que es bastante conveniente. Los trabajos sucios requieren de mentes maestras para llevarse a cabo. No creo que encuentres a nadie como nosotros.—Diablo respondió, con seguridad.
—Es difícil encontrar a alguien que lo haga bien, sin cabos sueltos. Tienes una trayectoria intachable. Ni siquiera los federales logran montarte un maldito caso... ¿Cómo carajos le haces para distribuir tanto sin caer en su trampa?—Moskovitz soltó una carcajada, burlándose de la ley.
—La aplicación de la legalidad tiene sus debilidades inmorales...—Diablo respondió, analizando cada una de sus palabras.—No puedes lucrar cuando tienes a todos en tu contra.—Diablo aclaró sus dudas.
El joven se veía emocionado ante los nexos con Diablo.
—Tienes toda la maldita razón.—El joven respondió.
Moskovitz encendió un tabaco, mientras se recostaba de su sillón.
—El cargamento sale la semana que viene de Canadá. Solo necesito que lo laves y lo entregues a esta dirección.—El joven le entregó una tarjeta a Diablo.
—¿El banco estatal?—Cuestionó Diablo.
—No será tan difícil...—Respondió Moskovitz.—Tú sabrás que hacer.
Diablo sabía que entregar cantidades enormes de dinero a un banco generaría sospechas.
—Consigue una bodega. Lavaré el dinero en uno de mis negocios y te iré realizando las transferencias por filtración, hasta que logre lavarlo completamente; ese es el trato.—Diablo cambió de planes.
—Hermano, eso no pasará.—El chico río.
—No hay trato, entonces.—Diablo se puso de pies.
Los hombres del joven alemán estuvieron alertas, al igual que los hombres de Diablo, en caso de que algo saliera mal.
—No te ponga así, hermano...—Se quejó el sujeto.
—No soy tu hermano.—Diablo se estresó ante la actitud infantil del muchacho.—Así son las cosas. Tómalo o déjalo.—Respondió Diablo con simpleza.
El joven no lo pensó, y acepto la propuesta de Diablo.
—Esta bien, trato hecho.—Respondió el chico, ajustándose a la decisión de Diablo.
—Avisame en cuanto tengas la bodega.—Diablo se dispuso a irse del lugar.
—¿Te vas tan temprano? Ven y pásala bien.—El sujeto sacó un par de éxtasis, tomándose una frente a Diablo.
Diablo sabia que tarde o temprano, los efectos del éxtasis acabarían con él y quien enfrentaría todos esos estragos sería Genevieve.
—Veo que mis chicas están haciendo un buen trabajo está noche. Sobretodo Venus. Por un momento creí que olvidarás reunirte con nosotros, para estar con ella...—Diablo comentó, tratando de indagar más sobre las intenciones de Moskovitz.
—¿Me viste?—Exclamó Moskovitz.— Creo que no pude disimularlo. Aquella chica estaba buenísima.—El chico se expresó hacia Genevieve.—¿Por qué no vienes a mi suit y charlamos un rato, en compañía de esas bellezas?
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Diablo. ©
Romance"El que quiere, puede." Genevieve Kim tenía muchos objetivos difíciles de cumplir. ¿Cómo podía pagar sus estudios universitarios, cuando había otras prioridades? Su padre sufría los efectos de una condición neurológica, que le impedía realizar las t...