AL LIMITE

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*Egil*

¿Dónde estoy? No veo nada, todo es completamente negro, el frío calando mis huesos me avisa que mi abrigo ya no está, siento solo mi ligera camisa manga larga, mi pantalón y calcetines, mis zapatos tampoco están, el susto de no entender nada me hace encoger mis piernas en defensa, un olor desagradable me aturde, lo ignoro, tampoco quiero saber que es.

Intento moverme pero mis manos estan atadas hacia mi derecha, estoy en el suelo pero no veo nada y apenas puedo explicar mi posición.

-¿Despertó? Crei que ya estaba muerto.

-Bueno- escucho que alguien se levanta.- no hay que perder tiempo, te encargo a este, yo voy por la chica.

-Siempre me dejas lo mas aburrido.

-Es lo bueno de estar a cargo.- escucho una puerta cerrarse, me encojo al escuchar pasos dentro de la habitación, sigo sin estar solo. Alguien tira de la venda de mis ojos, apenas dislumbro un rostro entre tanta oscuridad, enciende el interruptor de la luz que me golpea al segundo obligandome a cerrarlos de nuevo.

-No voy a perder tiempo contigo, tengo cosas mas importantes que hacer, esto solo es para que entiendas que no bromeo.- de inmediato corta con un cuchillo en mi muslo izquierdo, el grito que suelto me raspa la garganta, me calla con un rodillazo directo al rostro, siento mi cara arder pero no se compara con el dolor en mi pierna, guarda el cuchillo sin ningún cuidado, mi cuerpo tiembla por el dolor

-Bueno, ahora que entiendes tu situación, quiero el nombre completo de quien sea que te haya dado nuestra dirección.- trato de hablar pero la conmoción me puede, mis labios solo tiemblan de manera torpe, me mira directo a los ojos totalmente serio.

-De acuerdo.- suelta al ver que no contesto, se da la vuelta y abre un armario del cual saca un rifle, me alarmo y me sacudo con fuerza.

-Nadie me ha, yo no soy policía, no se nada de esto yo...

-Mira niño, hablarás tarde o temprano, todos lo hacen, tu decidirás cuanto dolor quieres pasar.

-Por favor, lo juro yo no.- me golpea de nuevo en el rostro, esta vez con el arma, de nuevo y de nuevo, siento sangre bajar por mi nariz, se da la vuelta alejandose considerablemente tomando el arma en posición alarmante ¡este me va a matar!

-Mi padre solía enseñarme a disparar cuando era niño- añade antes de recargar el arma, cada sonido que sale de esa maldita cosa es una tortura- Estoy perdiendo la vista pero creo que aún puedo apuntar desde aquí.- apunta listo para disparar, me alarmo y bajo la cabeza, el estallido resuena en mi cabeza, levanto la vista buscando sangre en mi cuerpo pero ni veo nada salvo la herida del cuchillo.

-¡Maldita sea, yo no sé nada! ¡NADA!- agacho la cabeza esperando que presione el gatillo de nuevo pero no sucede, en lugar de eso retira el arma.

-Tengo una mejor idea, veo que el dolor no funciona en ti, tal vez el de tu amiga te conmueva un poco más.

-¡No, no sé nada! ¡A Dhalia no la toques!- se acerca furioso, una patada en el estómago me hace callar.

-Mira niño,- me dice entre mis suspiros por recuperar el aire.- La situación de esa chica es distinta, tu tienes una microscópica oportunidad de salir vivo de aqui si colaboras pero esa niña no vera la luz mañana.

A LA MERCED DEL PASADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora