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' coffe '
Aquella mañana Nora se levantó temprano, tenía una extraña emoción en su pecho. Estaba ansiosa por ver a Cinco y actuar como si estuviese enfadada, aunque solo sean unos minutos hasta que sus ganas de volver a besarlo le ganen.
Caminó decidida hacía el comedor, su padre le ordenó desayunar porque era algo "importante", pero cuando llegó no vió a Reginald por ningún lado. Era la segunda en llegar, la primera fue Vanya.
—¿Sabes a dónde fue? —Vanya negó tiernamente. Nora le sonrió con ese buen humor que traía.
Oyó las voces de sus hermanos a lo lejos, vio a Klaus y lo saludó contenta de verlo.
—Pareces más... feliz. —la miró de arriba abajo. —¿Qué hizo Cinco contigo aparte de desintoxicarte? —soltó picaron mientras sostenía uno de sus mechones rubios, Nora lo apartó bruscamente.
—Deja de imaginarte cosas... —susurró para que ninguno de sus otros hermanos escucharan. —Por cierto, ¿dónde está?
—Wow, recién noté que no está aquí... —miró con cuidado a su alrededor. —¿No lo mataste, verdad? —la pequeña rubia le dio un gran manotazo en la cabeza. —Drogada eras más simpática.
Los pasos rápidos de Cinco hicieron que todos se alarmaran. Vieron rápidamente como corría hacía su lugar y probablemente todos notaron su cansancio.
Tenía unas grandes ojeras que cubrían con una oleada de pereza sus ojos, bostezó unas tres veces mientras corría hacía su lugar, traía el cabello y el uniforme un poco desordenados.
—Disculpen por hacerlos esperar. —dijo al fin. Nora seguía sus movimientos como una acosadora, no la había ni siquiera mirado, ni un poquito. Todos se sentaron al fin en sus sillas y empezaron a disfrutar el gran desayuno que Grace había preparado para todos.
Cinco apenas tocaba su comida. Solo bebía su taza llena del café que escondía en algún lugar de la casa.
Nora estaba empezando a bajar sus ánimos, tal vez, nuevamente para él, esto no había significado nada.
Sin embargo cuando ella estaba apunto de querer levantarse y abandonar la mesa, él la miró de reojo. Con sutileza, Nora quedó paralizada ante su brillante mirada, sus ojos estaban cansados pero sin previo aviso se achinaron a causa de la sonrisa que sus labios habían formado.
¿Realmente está pasando? Pensó Nora, creyendo que estaba soñando. Jamás, el Cinco que conoce le habría sonreído así solo porque si. Ella devolvió la pequeña sonrisa y se quedaron un rato mirándose hasta que él se levantó y se fue con su taza de café en la mano izquierda y la mano derecha metida en su bolsillo.
