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la segunda noche del festival, al estar en el puerto volví a ver a la chica que dibujaba. esta vez un pequeño pez idéntico al que trató de atrapar ayer.

me senté a unos cinco metros de ella, descalzándome en el proceso mientras recogía la yukata para evitar mojarla e introducir los pies en el agua.

ella me miró un segundo y volví a notar aquél brillo marino en sus irises.

azucena.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora