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bajé al puerto como de costumbre, esta vez, en compañía de una perrita que encontré abandonada anoche. mis padres dejaron quedármela mientras siga teniendo buenas puntuaciones en el instituto, por lo que felizmente acepté el trato.

kaiyō estaba dibujando en un terraplén que separaba dos barcos, dejando caer sus pies sin llegar al agua.

me acerqué a ella con cuidado de mi nueva amiga y me senté a su lado.

me dijo que era como un amanecer para ella; chiasa me llamó.

en realidad me llamo amaya. irónico, ¿verdad?

para ella soy un amanecer tras otro que le da la alegría de un mañana, mientras en realidad soy una melancólica amante de la lluvia y las noches, tontamdnte esperando un ayer que jamás volverá.

azucena.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora