kaiyō se iba.
llorando me dio la noticia que trasladarían a su madre para comenzar a trabajar en septiembre en tokio.
hikari lloriqueó dándole golpecitos en la pierna.
yo solo pude descansar los brazos, haciéndole ver que traía una azucena, bastante destrozada.
al igual que mi corazón.

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azucena.
Romanceeres como la azucena de trompeta; siempre entre el mar y la tierra, pura y, fugaz. (c) scenoa arte: mrs. louis raphael, de john singer sargent