Esta es una carta para ti, que siempre te despreciaste.
Tu eras una niña adorable, lo escuchaste de todas partes, no tenías miedo de hacer amigos, eras la reina de los colibríes según tu papá. Te apagaron a los 4 años y te volviste callada, temerosa de la vida y de todos. Cambiaste, desconfiaste hasta del viento que rosaba tu cara. Las cosas fueron un tobogán de emociones, tuviste abandonos, momentos duros, lloraste muchas noches y así fuiste creciendo, tratando de vivir lo que considerabas normal.
Pero no te querías Ximena, te hacías menos a diferencia de todas tus amigas, te hacías ver fea, gorda, nada agraciada. Muchas veces pensaste que no tenías derecho a tener algo bonito en la vida, si supieras que aquél chico en secundaria si quería estar contigo, si lo hubieras sabido, créeme todo habría sido distinto.
Quisiste experimentar muchas cosas, te volviste a enamorar y conociste personas que te ayudaron a tener confianza, encontraste en ése amor el valor que creíste que te faltaba, pero un día él te gritó y no aguantaste, te hiciste la fuerte y te alejaste. O eso creías, porque siempre volvían. Tuviste otros quereres si, pero dios! Sabemos que no supieron aprovecharte, porque siempre dabas todo y tú te quedaste sin nada. Fuiste persistente en la universidad, tenías un sueño y no te rendiste; aunque te equivocaste varias veces y no tomaste buenas actitudes. Al final, diste el discurso de despedida en la graduación. Fue cuando empezaste a crecer.
El trabajo y la vida te enseñaron a ser responsable, a diferenciar compañeros de amigos verdaderos y supiste seguir. Ese amor de preparatoria volvió y quiso dar un paso más: matrimonio. Te dejaste ir como gorda en tobogán y dijiste que sí, en ese entonces ya estabas más concentrada en ti, te gustabas hasta eso.
Pero como nada bueno dura, ese compromiso se fue a la mierda, pero llegaron dos amores nuevos, uno que estabas conociendo, y el otro al cuál debías esperar para tener contigo. Pasaron los meses y te enamoraste como nunca! No mames, hasta te sentías joven otra vez. Veías en ese amor una oportunidad tan leal, tan única, un futuro, un "vivieron felices para siempre" pero de nuevo, mi pequeña padawan, nada dura para siempre. Casi te mueres cuando tu verdadero amor murió, y casi te mueres otra vez, cuando ese amor juvenil se fue.
No supiste que hacer y casi te matas! O sea te ibas a morir porque según tu mente ya no te quedaba nada. Y es verdad, estabas vacía. Ese rompimiento te ayudó mucho, porque descubriste algo nuevo; que de amor no se muere nadie. Si alguien quiere estar, está y sino, muchas gracias por haber estado.
Quiero que te mires hoy, fíjate que has creado. Una mujer que sufrió algunas cosas, que sabe que tiene y qué no tiene, y sin embargo, sigue luchando, no porque no quede de otra; sino porque es lo que desea. Anhela seguir viva, demostrarle a su verdadero amor que mamá puede si se lo propone. Mírate nada más: amándote, viviéndote, gozándote; como nadie más supo y quiso hacerlo. Eres tú contra el mundo, Ximena. Eres tú eso mejor que te faltaba en la vida.