Danzando en Fuego

Prólogo

Tercer Año

-¡Acérquense todos! –gritó Hagrid –Lo primero que tienen que hacer es abrir los libros...

-¿Cómo? –interrumpió la voz fría y arrastrada de Draco Malfoy.

Harry quiso rodar los ojos, cansado después de tres años de la actitud del rubio. Sin embargo, sabía que Malfoy tenía razón: abrir los libros había demostrado ser imposible.

-¿Qué? –preguntó Hagrid, desconcertado.

-¿Cómo abrimos los libros? –repitió Malfoy. Sacó su ejemplar de El Monstruoso Libro de los Monstruos, que había atado con una cuerda.

Unos, como Harry, habían atado el libro con un cinturón; otros lo habían metido muy apretado en la mochila o lo habían sujetado con pinzas.

-¿Nadie pudo abrir el libro? –preguntó Hagrid decepcionado.

La clase entera negó con la cabeza.

-Tienen que acariciarlo –dijo Hagrid como si fuera lo más obvio del mundo.

-¡Claro! –dijo Malfoy en tono de burla –¡Teníamos que acariciarlo! ¿Cómo no se nos ocurrió?

-Yo... yo pensé que les haría gracia –le dijo Hagrid a Hermione, dubitativo.

-¡Sí nos hace gracia! –intentó consolarlo Hermione –Sólo fue algo... inesperado.

Hagrid se había quedado algo triste, y Harry quería que su primera clase fuera un éxito.

-¡Ah, qué gracia nos hace! –siguió hablando Malfoy–. ¡Realmente ingenioso, hacernos comprar libros que quieren comernos las manos!

-Malfoy, ya sabemos que algo tan sencillo como acariciar el libro no se te ocurrió porque nadie te ha tocado nunca con algo que no sea desprecio, –dijo Harry sin pensarlo dos veces –pero no necesitas ser más detestable de lo que normalmente eres.

-¿Qué dijiste, Potter? –preguntó el rubio, retando a Harry con su pregunta.

-Que cierres la boca, Malfoy –contestó Harry.

Hagrid, perdido en sus pensamientos, parecía no haber escuchado el intercambio de los dos muchachos.

-Bien, pues –dijo Hagrid –ya tienen los libros, ahora hacen falta las criaturas mágicas. Sí, así que iré por él. Espérenme un momento...

Se alejó de ellos, entró en el bosque y se perdió de vista.

-Dios mío, este lugar está en decadencia –dijo Malfoy, bufando y volviendo a ignorar a Harry.

-Qué clase tan más idiota –concedió Pansy Parkisnon.

Todos sabían que Pansy era la novia no declarada de Malfoy. Sólo faltaba que ellos lo hicieran oficial.

Harry sí rodó los ojos ante el comentario de la chica.

-Mi padre no estará feliz cuando se lo cuente.

-Cierra la boca, Malfoy –repitió Harry, exasperado y cansado de escuchar la voz del rubio.

Draco lo miró con sorpresa; sus peleas brotaban casi de manera natural, Harry no solía provocar intencionalmente a Draco.

-¿Por qué no me obligas, Potter? –contestó Malfoy, acercándose lentamente al azabache.

Un círculo de alumnos los rodeó.