Danzando en Fuego

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Harry llevaba días intentando llamar su atención.

¡Ja! Era ridículo.

Harry siempre tenía su atención... Aunque él no lo supiera.


Sin embargo, Draco llevaba días ignorándolo con éxito.



Un sábado, mientras salía del baño de prefectos, alguien lo tomó del brazo y lo arrastró a un salón vacío.

Harry.


En realidad, Draco pudo haberse resistido o pudo haberse librado del agarre de Potter, pero sabía lo que el chico quería.

Y honestamente, él también lo quería.


Harry abrió la camisa de Malfoy y comenzó a besar su cuello, bajando lentamente por su pálida piel.


-Harry, espera –pidió Draco entre jadeos.

-¿Qué sucede? –Harry sonaba corto de aire; la piel del rubio se erizó.

-¿Qué hay de Weasley?

-Shhhh, Draco. Ginny no tiene por qué enterarse.


En ese momento, Draco debió haber hecho lo correcto: alejarse de Harry, dejarle en claro que no podía tratar así a su novia – y tampoco a él – e irse de ahí.

Pero, cuando Harry besaba a Draco de manera tan desesperada, pegando sus cuerpos, era difícil decirle que no.


Así que el rubio cerró los ojos y se dejó llevar por segunda vez desde que conocía a Harry.


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Potter recostó a Draco y dejó un camino de besos por su espalda, murmurando palabras que Draco no podía entender, pero sí sentir.


Todo era tan sencillo.


Draco todavía se sorprendía de que, después de tantos años de peleas y discusiones, pudiera encontrarse así con Potter. Piel con piel. El olor del azabache inundando sus sentidos.


¿Cómo es que todos los problemas de su vida parecían desaparecer tan fácilmente cuando Harry lo tocaba?


Draco intentaba ignorar los sentimientos que iban creciendo en su interior. No necesitaba complicar las cosas.

Escondió su cara en la almohada de Potter y simplemente disfrutó las atenciones del otro chico.


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-¿Debería terminar con Ginny? –la pregunta sorprendió a Draco.


Harry y él se encontraban en clase de Pociones. Todos los alumnos estaban concentrados en sus propias pociones, así que nadie más había escuchado a Potter susurrar una pregunta tan escandalosa.

Draco también había estado trabajando en su poción; sólo porque Harry pudiera sonreír y conseguir que Slughorn le pusiera una nota aprobatoria, no significaba que todos tuvieran esa suerte.


Harry y Draco ni siquiera hablaban en esa clase. Slughorn los había puesto a trabajar juntos, sí, pero no por eso se comportaban de manera amistosa. De vez en cuando se insultaban y discutían hasta desesperar a sus compañeros.

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