II

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— Santa mierda.— cubrí mi boca con mis manos por la sorpresa.

El extravagante Beomgyu dió una vuelta cómo toda una diva para después agitar su cabello y pasar una mano por este, despeinandolo.

Llevaba una sudadera negra, que por cierto, había sido mi regalo por su cumpleaños número 16, según él ese era uno de sus tesoros más preciados, pero sólo era habladuría del día a día.

Su piel lucía más pálida de lo normal, el cabello negro la hacía resaltar, al igual que sus ojos y largas pestañas.

— ¿Que opinas?— pronunció engreído, si antes su autoestima estaba en las nubes, ahora debía creerse el centro de la tierra; pero, quien era yo para matar la ilusión de mi egocéntrico amigo.

— Te ves genial, es mejor que el gris.— tomé un pequeño cabello de su ahora negra melena y lo halé, este se desprendió inmediatamente del cuero cabelludo y Beomgyu realizó una mueca de dolor completamente dramática.— Otro tinte más este año y te quedarás calvo.— dejé el cabello en la palma de su mano y este me miró de mala manera.

Corrió la silla de enfrente y esta chirrió por el piso, cosa que ni siquiera le importó, resguardó sus manos en los bolsillos de su sudadera y se sentó en la silla cómo si fuera el mueble de su casa.

Y después se quejaba de que le dolía la espalda.

Claro idiota, es porque debes cargar con el peso de ser tan engreído y zopenco.
Sí, algún día debería decirle eso.

— Entonces apostemos quién se quedará calvo primero.— tomó uno de los mechones rosas de mi cabello.— Porque tú no te quedas atrás.— me sacó la lengua infantilmente y acomodó el cabello que sostenía detrás de mi oreja.

Sus comportamientos ya no eran nada extraños para mi; misteriosamente, Beomgyu tenía la clase de personalidad que yo simplemente no soportaba, podía hacer una gran lista de cada cosa que me molestaba y que a la vez hacían parte de él; era extremadamente extrovertido, irritante, e infantil. Pero por alguna extraña razón, no podíamos despegarnos del otro, simplemente era extraño no estar juntos, al principio pensaba que era por costimbre, pero después eramos un simple lazo inseparable pero totalmente opuesto.

Le quería bastante, a pesar de todo, y estaba más que consciente de que él a veces, o la gran mayoría del tiempo, también quería crucificarme en la cancha de basquetbol.

Un dúo algo extraño, pero nos queríamos y eso era suficiente.

— ¿Que tal las cosas con Yoonmi?— bebí de mi refresco recién comprado por Beomgyu, mientras él bebía una soda azúl bastante extraña, probablemente con un sabor horrible.

— Besos, caricias, nada del otro mundo.— se encogió de hombros.

— ¿No has pensado en darle una oportunidad?— él frunció el entrecejo— Me refiero a una forma seria, formal.— expliqué aún jugando con la lata de mi refresco ahora vacío.

Le dió un largo sorbo a su bebida azúl sabor pitufihorrible, parecía estar pensando en ello, pero por otro lado pretendía restarle importancia, era su gran mal hábito.

sky | 𝘣𝘦𝘰𝘮𝘨𝘺𝘶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora