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El día soleado y brillante, nubes blancas aparentemente tan suaves y la brisa tan suave

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El día soleado y brillante, nubes blancas aparentemente tan suaves y la brisa tan suave. Era un día perfecto sin dudas.

En aquella roca donde estaban talladas cinco rostros, los más grandes ninjas reconocidos como Hokage, se encontraba una silueta sobre ellas mirando a la aldea pero cuando pareció más que un mal visaje ya que desapareció. El rubio agitó su cabeza al ver que desapareció aquella silueta y siguió su camino junto a su sensei. Ambos hombres habían sido llamados al Despacho de la Hokage, imaginaban que sería más que una misión.

Cuando llegaron al lugar planeado había una joven de albina cabellera, marcas rojizas sobre sus mejillas y barbilla y tal vez lo más llamativo que se veía de aquella joven era su brazo izquierdo lleno de líneas azules. La mujer de rubia melena miro a los recién llegados sonriendole para después mirar a la chica presente entre ambos. El cuerpo de la fémina se dió media vuelva para ver quienes había entrado mirando de manera fija al Uzumaki.

— Abuela Tsunade...¿quien es ella? — dijo el chico sintiéndose algo intimidado por la manera en que la chica lo miraba.

— ¿No la reconoces Naruto? — el chico negó rápidamente.

— Han pasado tres años que no nos vemos idiota, ¿y así recibes a tu mejor amiga? — respondió negando mientras sonreía — Sigues siendo un cabeza hueca mi querido Naruto.

El Uzumaki abrió sus ojos sorprendido, esos ojos rubi y esa sonrisa le hicieron click en su mente. Sus orbes azules comenzaron a cristalizarse comenzando a caminar hacia ella estirando su mano creyendo que era una ilusión pero al momento de tocar su mejilla sus lágrimas comenzaron a caer por su rostro y en un rápido movimiento abrazo a la contraria. La Senju correspondió el abrazo de inmediato sintiendo sus ojos picar.

— Yumiko-chan...— murmullo entre lágrimas — ¿En serio eres tú?

— No idiota, soy un fantasma — respondió sarcástica pero con unas pequeñas lágrimas en sus ojos.

— Realmente quería volver a verte — susurro en un hilo de voz.

Ambos se separaron un poco de aquel abrazo para mirarse a los ojos mostrando sus sonrisas, el Uzumaki se secó las lágrimas con su manga para después observar a la chica dándose cuanta que ella era más alta que él.

— ¿Cómo es posible que seas más alta que yo? Han pasado tres años.

— Siempre fui más alta que tú — se encogió de hombros para después acariciarle sus hebras rubias — En cierta parte me gusta ser más alta.

— Pero a mi no, se supone que yo te debo de proteger...— apretó sus manos recordando su desaparición — Me volví más fuerte para protegerte y traer a Sasuke de vuelta.

— Yo seré quien te proteja, soy la mayor después de todo. Incluso si eso significa dar mi vida lo haré.

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Eres Mi Mestiza »»ʂԋιƙαɱαɾυ ɳαɾα««Donde viven las historias. Descúbrelo ahora