¿Por qué?

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Ahsoka miraba por la ventana de su cuarto, el fuego provocado en la noche ya había cedido y varias personas se encontraban reparando lo que había sido dañado.

La togruta no había podido dormir esa noche, no cuando él estaba en el mismo lugar que ella.

Ella deseaba verle y hablarle, pero estaba segura que no le gustaría la manera en la que él lo haría, no después de ver en lo que se había convertido.

Sin saber el motivo exacto sintió odio, por ella y por todos los que estaban tras las rejas del palacio, donde solo su maestro y ella podían entrar, habían prohibido la entrada de todos, no podían arriesgarse a que los liberaran, si no toda la galaxia estaría condenada.

Unos golpes a la puerta la devolvieron a la realidad, ella supo que no era su maestro, él entraba sin tocar, por lo que sería uno de los sirvientes.

Ahsoka ni siquiera se puso su capa, ya  no le hacía ninguna falta.

-Darth Maul requiere de su presencia, mi Lady-Pidió una de las sirvientas, su maestro les había pedido que usaran aquel apodo para referirse a ella, a la togruta no le entusiasmaba, ella quería ser tan solo Ahsoka, pero así evitaba dar su identidad, no podía arriesgarse a que su nombre saliera tras esos muros.

-Iré ahora-Contestó con amabilidad.

La chica se retiró mientras que Ahsoka suspiraba bajo, sabía lo que tocaba ahora.

Tan solo esperaba que todos esos meses preparándose diesen sus frutos.

La togruta se giró y caminó hacia la sala del trono, donde su maestro siempre permanecía, parecía tener gusto a ese lugar.

Él le había contado lo ocurrido en aquella sala, como había cobrado su venganza hacia Obi-Wan. Ella había estado horrorizada y furiosa, había conocido a Satine y sabía que no merecía ese destino, pero no podía hacer nada al respecto, tenía que mostrar su lealtad hacia él, por lo que tan solo había asentido ante aquel triste relato.

¿Qué como había acabado así?

Era algo que ni ella sabía con certeza.

En sus meses de soledad él la había encontrado, estaba pérdida, sola y furiosa, y Maul le había tendido una mano. Él era malo, nadie podía rebatir aquello, pero era más honesto que cualquier jedi que hubiera conocido. Le había hablado sobre su antiguo maestro y como el quería gobernar la galaxia junto a un nuevo aprendiz, Anakin Skywalker.

Ahsoka estaba impactada, al principio le había costado creerlo, se negaba a pensar eso de su maestro. Pero Maul no la mentía, lo sabía.

Mientras debatía que hacer, el hombre de manchas negras le seguía tendiendo la mano, nunca la retiró, por lo que con cierta duda ella la cogió.

Al principio no salía de aquel cuarto del que acababa de salir. Temía ser reconocida, pero pronto vio todo el horror que la guerra causaba, desde aquel lugar lo podía apreciar mucho mejor.

Maul cuidó de ella todo el tiempo, ni siquiera sabía el motivo por el cual ese ex Sith le ayudaba, pero ella nuevamente se volvía a sentir agusto y protegida. Él no la abandonaría.

Al mes comenzó a sentir más odio, pero no hacia Maul, si no a la República y al canciller, pero sobre todo a la orden jedi, ellos debían proteger a las personas independientemente de su bando, sin embargo solo ayudaban a la República.

Hipócritas, eso es lo que eran.

Maul le había hecho una propuesta, acabar con el canciller, él deseaba venganza por abandonarle y asesinar a su hermano Savage, y ella quería evitar que tomase a su maestro como aprendiz.

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