Reluz

Convivencia

Capítulo VIII

—¿Como puede ser?— Cuestionó el padre de Sesshomaru e Inuyasha.

—Así es— Confirmé a su pregunta con seriedad, aunque por dentro me moría del miedo. Vi a Sesshomaru quien a su vez, me miraba inquisitivo sin dejar de lado su fría expresión.

POV Sesshomaru

No puedo creerlo, seguro que esta humana está mintiendo. Jamás accedería a casarme con un ser tan inferior. Si ella dice ser del futuro, ¿cuánto habrá cambiado mi carácter? ¿Ella me hubo transformado? No lo sé, de repente me entero de que tendré una familia, una esposa, un hijo. Sin embargo, ella debe tener una señal en su cuerpo que pueda confirmar que realmente es mi mujer.

Extraño.

—Sesshomaru— Escucho la voz de mi madre que me saca de mi trance. — En vista de esta, tan rara situación, es necesario que vayas a tu habitación y lleves a la mujer y al niño contigo. Inu No Taisho y yo tenemos que discutir sobre el futuro de su hijo. Así que ponte en marcha— Se acerca a mi y me da en brazos al cachorro. Tengo que aceptar esta situación a regañadientes, eso quebranta mi orgullo. Siempre, maldita sea, me abstuve de acercarme a esa raza de débiles y ahora estoy aquí, tratando de asimilar lo que está sucediendo.
Mi progenitora decide conservar aquel objeto de color rosa y la miko se ha quedado un poco deprimida, ¿será que realmente desea tanto volver a su futuro?

Ah, no me importa, es la verdad.

—Sígueme— Le digo tendiéndole al niño, porque ni siquiera me interesa formar un vínculo con él, esto debe terminar pronto.

—Sí— La veo cómo acurruca a su hijo, se ve que le ama mucho y después camina en pos de mi.

¿Amar? ¿Que es amar a alguien?

Esos sentimientos son tan ajenos para mí. Mis oídos entonces resienten el ruido del llanto de aquel diminuto ser, y la mujer por más que trata, no puede calmarlo.

—Haz que se calle, miko— Le ordeno pero pese a su insistencia, el crío sigue llorando.

—Tal vez tenga hambre... ¿Falta mucho para llegar?—  Me cuestiona pero le ignoró. De pronto aquellos lloriqueos cesan y giró mi rostro con curiosidad. Sentada sobre el piso de caoba lustrosa, la humana estaba alimentando a su hijo. Ha dejado su hombro descubierto debido a que rompió un trozo de su blusa a modo de pañal para cambiarlo, puedo observar detalladamente su nívea piel, incluso la forma redonda de su pecho, del cual el cachorro se alimenta. Ella sigue allí, iluminada por las antorchas que penden de las paredes del castillo.

Menudo embrollo, ahora debo esperar a que termine. Decidí sentarme a una distancia prudente de ella y permanecí varios minutos observándola.

Es hermosa, no puedo negarlo, pero presto especial atención en sus grandes ojos castaños y esa sonrisa que solo dedica al pequeño trozo de carne.

—Es tan lindo, ¿no es verdad?— Cuestiona pero no va a recibir una respuesta de mi parte. ¿Lindo? No lo creo, todos los bebés son iguales. La verdad no les hallo forma, bueno, no es que haya visto muchos en toda mi vida, pero igual, todo eso carece de importancia.

—Hn—

—En mi época hablas más—

—¿Estoy enamorado de ti, mujer?— Ella palidece y de inmediato me contesta.