Capitulo 4

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Cierro mis ojos humedecidos a causa de mis lágrimas, aprieto ligeramente mis labios y hundo mi cabeza en el agua de la bañera, mantengo mi respiración y me repito que todo va a estar bien.

En ocasiones quiero desaparecer y encontrarme con ella, aunque sea por un instante, despedirme y abrazarla por última vez. Poder decirle cuan agradecida estoy por todo lo que hizo por mí.

Tengo miedo de que los recuerdos se desvanezcan, olvidar su voz que a diario me consolaba, su sonrisa que le daba color a mi vida, el color miel de sus ojos, su rostro con rasgos finos, las arrugas que comenzaban a notarse a causa del envejecimiento.

Lo que me dejo intranquila y más me dolió fue que me abandono sin siquiera decir adiós.

Me urge la necesidad de hablar con alguien y gritar todo lo que guardo en mi interior, cada palabra que no fui capaz de decir en voz alta.

Ningún alma nota mi lucha y temo que para cuando lo hagan sea demasiado tarde.

Sentí como mi vida se frenó en ese momento para recordarme que tenía que respirar, me estaba ahogando.

Levantó mi cabeza y apoyó mis brazos a los costados de la bañera para buscar el aire que mi cuerpo tanto anhelaba.

Rodee mi cuerpo con una toalla y me quedo sentada en el suelo para recuperar el aliento, termino vistiéndome con la ropa que me había dado Dorotea.

Me dirijo a mi habitación con pasos extremadamente lentos, me dan puntadas en la cabeza y creo que me voy a desmayar, me tambaleo y caigo al suelo sin darme cuenta.

Siento unos fuertes brazos levantarme con cuidado, perdí la noción del tiempo cuando inesperadamente me desmaye por ende me siento perdida.

—¿Hace cuánto no duermes? —abro mis ojos al oír a Luku, aún me sostiene con cuidado.

Es un efecto a causa del desmayo o por primera vez no veo maldad en sus ojos sino a alguien asustado.

—No lo sé—conteste con la voz quebrada y es cierto, hace un buen tiempo no logro dormir.

—Debes dormir—protesto soltando un suspiro.

Sigo sintiendo que voy a caer por lo que me aferro a su suéter.

—Me duele la cabeza—dije en un murmuro, me miro por un instante y me cargo en sus brazos sin problema comenzando a caminar.

Me llevo a la habitación que tan gentilmente me habían ofrecido y en ese momento supe que sus intenciones eran buenas.

Una vez dentro me recostó en la cama, es mucho más cómoda de lo que parece.

—Gracias—murmuro y el asiente saliendo de la habitación.

Miro el techo por un largo rato intentando no pensar en nada y poder despejar mi mente, pero me es imposible.

Nunca creí llegar a este punto, encontrarme dañada y sin nada que pueda sanar mi herida, pero, ¿cómo sanar algo invisible a la vista de todos?, algo que se encuentra en lo más profundo de mi ser y que se expande destruyendo todo a su paso.

Me tomo el atrevimiento de comparar mi vida con una tormenta, los impotentes rayos cayendo, las gotas torrenciales estrellándose por doquier, ¿quién no le temería a algo así?

De a poco consigo conciliar el sueño, sé que las posibilidades de soñar con la muerte de alguien son altas, pero no puedo continuar así, llevo un largo tiempo sin descasar de la forma correcta.

Solo sé que lo que más anhelo en este preciso momento es cerrar mis ojos y dejar a un lado mis preocupaciones junto a cada pensamiento negativo que me persigue sin descanso alguno.

Ehud Donde viven las historias. Descúbrelo ahora