Capitulo 2

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A pasado un largo tiempo desde que me encuentro a la deriva, el dolor no se detiene, se siente como si estuviera impregnado en mi piel

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A pasado un largo tiempo desde que me encuentro a la deriva, el dolor no se detiene, se siente como si estuviera impregnado en mi piel. Mi herida sigue abierta y arde. ​

La lucha día a día se torna más difícil, me siento como un candado que ha perdido su llave, las razones por las cuales continuar esta vida. Mis ojos arden, al verme en el espejo noto lo hinchados que están.

No encuentro las palabras adecuadas que se adapten a lo que siento, intento escribir, pero nada me convence y borro. Es probable jamás encontrar algo que se iguale al dolor que permanece en mí.

Es un acto masoquista esperarla sabiendo que no va a regresar.

Soy capaz de comprenderlo, no soy más que un alma perdida con el corazón devastado, me encargo de ocultar mi dolor, mis lágrimas y muestro una falsa sonrisa.

Al final así es la vida, las cosas se desvanecen cuando menos se lo espera, pero no queda más que seguir adelante.

En las noches mi terror aumenta y no quiero dormir, porque entonces los veo, es ahí cuando me encierro en el baño y con mis piernas en mi pecho me abrazo a mi misma. Quiero ser fuerte y no rendirme, cada vez es más complicado.

Mis pesadillas se adueñan de mí y no soy capaz de controlarlas, veo sangre y muerte por doquier, siento el sufrimiento de cada uno de ellos, todo mi ser es testigo.

Comienzo a considerar que me estoy volviendo loca.

Michelle se preocupa y me visita a diario, me veo obligada a colocarme una máscara, sonrió y el cree que estoy bien, no lo culpo, cualquiera creería que nada malo me ocurre. No es nada fácil ver a través de las personas.

La pequeña ventanilla del baño le da lugar al esplendido resplandor de la luna, logra ocultar la oscuridad en la que estoy rodeada.

He dejado de temerle a la oscuridad, supongo que cuando no hay nada que perder los miedos se desvanecen.

Quiero descansar, pero me mantiene despierta saber que el precio a pagar es caro y me pregunto a mí misma cuanto tiempo estaré así. ¿Sera posible detener las pesadillas?

Una parte de mi quiere rendirse y otra continuar hasta mi ultimo suspiro.

Abrumada salgo a la calle, es tarde, pero nada consigue quitarme el sueño y no quiero dormir, el estar al tanto de que sentiré todo su dolor en lo más profundo en mi ser me mantiene con los ojos abiertos y no soportare su sufrimiento cuando aún estoy batallando conmigo misma.

Canalizo mi atención en la luna y logro tranquilizarme, se me hace algo cautivador y hermoso tener el placer de poder verla todos los días. Las estrellas iluminan el cielo y noto lo hermosa que esta la noche hoy, por primera vez puedo desviar mis pensamientos de todas las desgracias que me invaden.

Siento unos pasos a mis espaldas que comienzan a preocuparme, deben ser más de las doce de la noche y es inusual que las personas salgan a caminar en este horario.

Ehud Donde viven las historias. Descúbrelo ahora