Deben de existir personas que lucharían por lo que tengo o lo considerarían un don, algo maravilloso que tengo la suerte de poseer.
Puedo asegurar que no es así, observo la muerte, repetidas veces antes de que ocurra y no lo puedo detener.
Me siento...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Abro mis ojos con pesadez sintiendo la carga del mundo entero en ellos. La luz del lugar en el que me encuentro parece haberse evaporado, intento moverme hacia un costado y todo mi cuerpo se retuerce al sentir un gran dolor en mi cuello.
Toco mi zona de dolor intentando comprender que es lo que ocurre y entonces ocurre. Comienzo a recordar todo al mismo tiempo que siento un gran alivio, lo logre, estoy viva. Mis latidos se vuelven más rápidos y sonrió agradeciendo por continuar aquí.
Esta situación me deja en claro lo impredecible que es el destino, incluso cuando estuve a punto de perder mi vida continuó respirando, una vez más vencí́ a la muerte.
Roce a la muerte varias veces y me hace creer que es por alguna razón, debe haber motivos por los cuales continuó viva.
Recuerdo sus ojos grises tan inexpresivos, misteriosos. Si no fuese por su llegada hubiera terminado en algo catastrófico, yo misma renunciando a mi vida.
El me salvó de algo que jamás habría creído llegar a hacer, me dio esperanza para continuar y prometió quedarse a mi lado para ayudarme a combatir mis problemas, ¿quién lo diría? Me hizo ver porqué no hay que juzgar sin antes conocer.
Oigo unos leves pasos dirigiéndose hacia mí, no le doy importancia y me digo a mi misma que debió ser obra de mi imaginación. Borro de inmediato ese pensamiento al oír la respiración agitada de alguien más a un lado de mí, quiero moverme pero el dolor me impide hacerlo.
En la oscuridad un rostro se vuelve visible, las arrugas que posee me dicen que se trata de alguien mayor a 40 años. Sus ojos completamente negros deberían asustarme, pero algo en el por más extraño que suene me da seguridad, como si supiera que no va a dañarme. Frunció sus ojos mientras una lagrima se deslizó por su mejilla, comenzó́ a negar de un lado a otro su cabeza mostrándose confundido y frustrado. Al cabo de unos segundos con firmeza y seguridad se dirigió a mí.
—Lo siento tanto, si no lo hago ellos mataran a mi familia—murmuro antes de colocar una gasa que poseía algún tipo de droga que me hacía perder el conocimiento, cubriendo mi boca y nariz. Moví́ y patalee sacando de fuerza de quien sabe dónde, soportando un gran dolor. Golpee algo con mi mano y cayó al suelo retumbando por unos segundos.
Retire aquella gasa yo misma, mis pulmones estaban desesperados en busca aire. Mis manos tiemblan y temo por mi vida una vez más. Pasan varios minutos en los que me mantengo alerta aun intentando asimilar lo ocurrido, para mi suerte no hay rastro de aquel hombre y es un alivio. Intento tranquilizarme por mi propio bien y me abrazo a mí misma repitiéndome varias veces que nada malo ocurrirá, que estoy a salvo.
—Debemos irnos lo más pronto posible, están aquí́—oír la voz de Kai fue justo lo que necesitaba en un momento así́ pero sus palabras alarmantes me preocupaban.
Encendió la luz de golpe y esta me golpeó de frente. Luku entró y sin perder tiempo me buscó con su mirada, sus ojos estaban rojos y sus grandes ojeras me dejaron en claro que había estado durmiendo mal. Al verme bien suspiro aliviado.