CAP 34

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Cuando llueve, diluvia

Enamorarse era jodido.

Cualquiera habría pensado que Ten era lo suficientemente inteligente como para aprender de su experiencia en la secundaria y jurarse no caer por TaeYong de nuevo. Lamentablemente, era estúpido y había estado tan confiado en que no sucedería, que bajó toda sus barreras y, sin darse cuenta, permitió que TaeYong se hiciera paso nuevamente a su corazón.

Lo odiaba. Pues darle rienda suelta a sus sentimientos, también significaba tornarse vulnerable. Tras haberse recuperado duramente del rechazo del pelirrojo, se prometió no cometer otro error que lo condujera a un desenlace similar; sin embargo, volvía a tropezar con la misma piedra, de confiar ciegamente en alguien cuyo corazón estaba ocupado.

Aunque claro, no sabía eso aún.

—¿Te veo mañana? —susurró TaeYong contra sus labios. Ten hizo un puchero, sin entender porqué el pelirrojo había roto el beso agradable que estaban compartiendo. Y luego, por arte de magia, recordó que era viernes en la mañana y quedaba dos minutos para que empezara su primera clase.

¿Ven? Por esto Ten odiaba enamorarse. Se ponía más tonto de lo normal. A veces olvidaba cómo hablar cuando TaeYong se sacaba la camisa, y exponía sus músculos y su fuerte abdomen y sus bíceps y... ah, estoy babeando.

Ese era otro problema. Enamorarse tenía efectos secundarios, en otras palabras, reacciones involuntarias que, a pesar de ser fisiológicas, le parecían innecesarias y por no decir, extremadamente vergonzosas. No era un maldito colegial chillando por el guapo capitán del equipo de básquetbol —déjà vu—, por lo que no comprendía a qué venían las jodidas mariposas estomacales, o los vellos de su nuca erizados cuando la mano áspera de TaeYong lo tocaba.

Qué fastidioso era querer a alguien. Pésimo servicio. Una estrellita.

Le dio un pequeño pico a los labios de TaeYong —sin forzarse en abstenerse— y optó por dar el paso importante que había estado sopesando durante toda la semana.

—De hecho... te quería ver esta noche. —contestó, mirándole con ojos de cachorrito. Observó de reojo la nuez de Adán subir y bajar en la garganta del pelirrojo. —¿Podríamos cenar juntos?

—Sabes que tengo examen hasta tarde. —le advirtió, en un mísero intento de negarse. Las manos de Ten acunaron su rostro.

—Por favor~. Te ayudará a relajarte después de tanto estrés. —quizás era una excusa barata, pero era la mejor que se le ocurría. —Di que sí, TaeYonggie~.

Era consciente de que la voluntad del pelirrojo se debilitaba con ese apodo, así que escuchar su respuesta no fue desconcertante. —De acuerdo.

—¡Bien! —brincó feliz, inclinándose para plantar otro besito en su boca. —Nos vemos a las nueve. Te mandaré la dirección.

—Veo que tienes todo planeado. —se burló TaeYong esbozando una sonrisa engreída. Ten hizo un mohín disconforme, al notar que había delatado accidentalmente la emoción e impaciencia que embargaba por su cita.

Quiso quejarse o insultarlo por reírse de él, pero los labios suavecitos de Lee lo silenciaron y no pudo estar más a gusto con esa táctica.

Cada beso compartido, transmitiéndole la seguridad que necesitaba para continuar a su lado, y convenciéndole que su decisión no sería algo de lo qué arrepentirse.

Se lo diría esa noche, en la cena, en un lugar bonito y no muy caro que había reservado el día anterior. Se había pasado toda la semana buscando un sitio agradable para su cita y, a la vez, cuestionándose si hacía lo correcto.

Rent A Boyfriend [TaeTen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora