CAP 36

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Siempre pensó que los cuentos de hadas se hacían realidad.

Era consciente de lo ingenuo e irrazonable de sus propias creencias, sobre todo considerando su edad y la madurez que esta supuestamente conllevaba. No obstante, aún entonces, la esperanza de que su vida fuese una película romántica, persistía.

O por lo menos, solía hacerlo.

Lo cierto era que su primer corazón roto había tardado bastante en sanar. Pero a pesar de ello, logró convencerse de que aquello solamente había sido un error, una piedra en el camino que luego dejaría a sus espaldas. Dispuesto a entregar todo de sí nuevamente, mas para finalmente descubrir que esa piedra, esa diminuta mas llamativa piedra, jamás había abandonado el sitio a sus pies en lo absoluto.

El amor quizá no era lo que una vez había pensado, sino lo que la vida había intentado inculcarle, a través de crudos rechazos y duros golpes, que Ten había ignorado para ser feliz. Porque se hacía la vista gorda, podía fingir que él realmente no había sido abandonado por las personas que más amaba en el mundo.

Recordaba con nitidez la mañana en la que despertó sin su padre en casa, y también la mañana en la que despertó en un nuevo departamento, sin su madre. La sofocante sensación de vacío, el buscar desesperadamente alrededor por un indicio de que todo era una pesadilla, y la decepción al comprender que no lo era. Que estar despierto era igual de doloroso que estar dormido y que no existía un escape.

Aquella mañana de día sábado, se sintió... aún peor que sus anteriores experiencias.

Con el rostro enterrado en la almohada, exhaló hondo y permitió que su cuerpo se hundiera en el colchón. Entre las sábanas se sentía cálido, a pesar del invierno que helaba afuera, sobre todo con los ojos cerrados, ya que al menos así podía imaginarse lejos de esa ciudad.

Lejos de todo lo que pudiera dañarlo.

Lejos de ti.

—¿Ten?

Mierda...

Rodó renuentemente sobre la cama, para encarar al portador de dicha voz y topándose con la sonrisa afable de Wong, que se hallaba parado a pocos pasos de distancia. El silencio se alargó por segundos hasta que el mayor se atrevió a preguntar lo que, aunque resultaba obvio, no dejaba de ser prioritario.

—¿Cómo te sientes?

Chittaphon rodó los ojos, para no echarse a llorar.

Los sucesos de la noche anterior continuaban dispersos en su memoria, sin ser capaz de procesar correctamente que sí, habían sido reales y que sí, TaeYong y él habían terminado.

Su pecho oprimido apenas le permitía respirar con regularidad y la esperanza de jamás despertar le había acompañado durante toda la noche. Para su desgracia, siempre que llueve escampa, y eventualmente, sale el sol. Aunque, si debía ser honesto, aquel sol no se sentía exactamente cálido.

—Ten. —le llamó Wong, envolviéndose en una expresión apesadumbrada, que reflejaba puramente su preocupación por el menor. —Lo que me dijiste anoche... ¿Estás seguro de ello?

Los recuerdos de lo sucedido tras su reciente beso, fluyeron con facilidad, e ignorando la vergüenza que le causaba lo impertinente de su propio comportamiento, adquirió una postura seria, incorporándose lentamente en la cama.

—Sí... —respiró hondo. —Lo estoy.

—No tienes que forzarte, ¿sabes? —dijo encuclillándose frente a él. —Es un tema delicado. Y sé que estás sensible por lo que pasó con TaeYong... Tal vez sería mejor olvidarlo y-

Rent A Boyfriend [TaeTen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora