—¡Basta, Amelia! —Cristian me atrapa por detrás, trata de impedir que le siga rompiendo la cara a la perra de Mónica.
Ella vocifera improperios, incluso muchos que ni sabía que existían, pero no me sorprendo por la clase de persona que es.
—¿Qué sucede aquí? —El señor Dan, mi jefe, se interpone entre nosotros y esto hace que detenga el forcejeo que tenía en los brazos de mi compañero.
—Esta tipa me atacó de la nada —se queja Mónica haciéndose la víctima. Mi ira se desborda, me suelto del agarre de Cristian y le halo el nido de ratas que llama pelo.
Ella no se queda atrás. Me abofetea varias veces, sus uñas largas me arañan el cuello y hala mi cabello con saña. Nos logran separar, mi respiración se encuentra agitada y me remuevo tratando de volver a golpearla.
—A mi oficina, Amelia.
Camina hacia el lugar ya mencionado y lo sigo mientras me paso las manos por el pelo en un intento fallido de arreglarlo un poco.
La cara me arde al igual que mi cuello, el dolor de cabeza se va haciendo más intenso a medida que pasan los segundos.
—Estás despedida. —No me deja ni sentarme y ya me suelta tremenda bomba.
—Puedo explicar lo que pasó, señor Dan. Mónica empezó todo. —Sus ojos café me miran aburridos y puedo jurar que hasta con alivio.
—No quiero escuchar nada, montaste un escándalo delante de los clientes, Amelia. No es la primera vez que sucede. —Ruedo los ojos ante sus palabras.
No replico, salgo de ahí dando un fuerte portazo. Mi compañero se acerca con cara de chismoso y le hago seña de que me voy. Abre la boca en sorpresa, pero sé que finge porque todos aquí sabían que tarde o temprano esto iba a suceder.
No es que sea una mala empleada, pero digamos que tengo problemas con la gente idiota y me sacan de mis casillas fácilmente. Llevaba seis meses en esta floristería, muchos clientes se quejaban de mí con Dan pero él solo me daba un sermón. Creo que el espectáculo de hoy fue la gota que colmó el vaso.
Pero esta vez no fue mi culpa, Mónica es la única responsable de todo. Ella y yo nunca nos llevamos bien, es la empleada más antigua así que por eso tiene ciertos privilegios que los demás no. El hecho es que ella se burló de mí delante de varias personas haciendo que quede en ridículo.
No es la primera vez que lo hace, siempre me ha molestado por las libritas que tengo de más y por tonterías que ella cree importante. Le había dejado pasar muchas, pero hoy simplemente no estaba de humor para aguantar sus necedades. Así que me di el gusto de enseñarle quién soy yo y que no se puede meter con la gente y burlarse porque sí.
Agarro mis cosas del casillero y antes de salir, aviento mi carnet hacia el puesto de ella. Atravieso la puerta con la cabeza en alto, el bolso en una mano y el casco en la otra. Me dirijo hacia la motoneta, que es mi medio de transporte y conduzco hacia mi casa.
***
Entro, cierro la puerta y me deslizo sobre esta, cayendo en cuenta de que he perdido mi única fuente de ingresos. Suspiro, luego busco que hacer y esta vez trataré de no perderlo por una tontería.
Camino hacia la cocina, pongo agua a hervir para preparar un té y así poder relajarme. Mi teléfono timbra indicando un mensaje y sonrío al notar que se trata de mi mejor amigo, Matías.
Somos amigos desde que se mudó en mi calle cuando éramos unos niños y nos hicimos inseparables. Matías pasaba los días en mi casa y algunas noches también, yo hacía lo mismo en la suya. Nuestras familias son muy unidas y hasta pensaban que él y yo terminaríamos siendo pareja.
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Has sido tú © [Disponible En Físico]
Romance☆Disponible en físico y ebook en Amazon☆ Amelia y Matías son amigos desde niños y han estado juntos en las etapas más significativas de su infancia. Una tragedia provoca que ella pierda recuerdos del pasado y parte importante de su vida. Todo cambi...