Capítulo 2: Sonríes

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Yuqi no vio a Soyeon en unos días. Pero no podía negar que esos días se le habían hecho especialmente largos. En concreto, los dos primeros donde parecía que la chica no pretendía salir de sus pensamientos. Por momentos pensaba que, antes de ella, no había habido nada más. Sin embargo, a partir del tercero en el que salió a pasar todo el día con Lucas, otras cosas importantes fueron ocupando su tiempo, como la novela que llevaba un par de meses parada y que necesitaba toda su mayor atención. Cuando la había empezado, estaba convencida de que se convertiría en la primera novela que le publicarían. Pero, casi un año después y sin tantos avances como le habría gustado, complicaban bastante que ese logro se pudiera alcanzar, al menos, en ese momento.

El quinto día, nada más levantarse, Lucas le llamó para avisarle que pasaría a recogerla a primera hora de la tarde para ir al club de tenis. Yuqi intentó replicarle, principalmente porque no le había dado oportunidad ni siquiera de decirle que sí, pero el chico le dijo que Soyeon los había invitado y que no aceptaba otra respuesta que no fuera la afirmativa, por lo que no le quedó más remedio que tragarse sus quejas y aceptar el plan de aquella tarde. El hecho de que su novio hubiera nombrado a Soyeon también hizo que la rubia volviera a sus pensamientos, dos días después. Sin embargo, también llegó una idea interesante para la trama que estaba desarrollando, por lo que se centró en ella y aparcó de sus pensamientos, momentáneamente al menos, la presencia de la coreana. 

A una hora de que Lucas la recogiera, Yuqi fue consciente de que ella nunca había estado en un club de tenis. Ni siquiera había jugado a aquel deporte, más allá de lo que recordaba de sus días de colegio e instituto. No tenía ni idea de si debía llevar algún tipo de código de vestimenta concreto, dado el caché que podía tener un club privado como aquel. Ante su indecisión, optó por una ropa deportiva estándar, que su hermana empleaba para salir a correr, esperando no haberse equivocado con ella.

Cuando Lucas la recogió, sin embargo, le dijo que allí les darían la vestimenta, por lo que Yuqi se tuvo que llevar las manos a la cabeza de lo torpe que había sido. Siendo de ricos ¿por qué no lo había pensado antes?

Una vez estuvieron ambos listos, se dirigieron a las pistas de tenis para esperar a la otra pareja. Para su sorpresa, Soyeon ya se encontraba allí, junto a un chico que Lucas presentó enseguida como uno de sus mejores amigos de la oficina. Mientras los chicos se saludaban, la chica se acercó a hablar con Yuqi.

- ¿Alguna vez has jugado al tenis?

- Bueno, en mis años de estudiante. Vemos qué recuerdo exactamente de ello. – respondió, intimidada por Soyeon. La rubia sonrió y se trasladó a su lado de la pista para dar comienzo al partido.

A pesar de pensar que no recordaría nada, Soyeon se sorprendió de la destreza que tenía Yuqi con la raqueta. Era la única que podía competir contra ella y, en ocasiones, parecía que el partido solo era de una contra la otra, con los dos chicos como testigos o espectadores de este. Finalmente, y a pesar de ir empate hasta el último suspiro, Soyeon y el chico ganaron el partido.

Una vez cambiados con ropa informal, Lucas y su compañero se quedaron en el bar tomando alguna cerveza, mientras que Soyeon y Yuqi decidieron pasear por el recinto.

- Bueno, cuéntame un poco sobre ti. Necesito conocer a la chica que le ha robado el corazón a mi mejor amigo. – preguntó la rubia.

- Pues la verdad es que mi vida es poco interesante. Soy de ascendencia china, aunque ya nací aquí y tengo una hermana pequeña a la que odio y amo a la vez. Me gradué el año pasado de la universidad en literatura universal. Me encantaría ser escritora, pero, como eso no se consigue de la noche a la mañana, tengo que trabajar a media jornada en una cafetería, mientras escribo algunas historias para una revista. Básicamente, intento salir adelante de la mejor manera posible. Creo que eso es lo más destacable de mí. – se giró para mirar a su acompañante. - ¿Y qué hay de ti?

- Si te soy sincera, por mucho que pueda sonar bien, mi vida es algo aburrida. Soy coreana, nacida y criada allí, y soy hija única. Mi padre tiene una importante empresa de electrónica y yo me dedico a hacer de relaciones públicas donde haga falta. No es el sueño de mi vida, pero, como ya han arreglado mi vida por mí, no me queda otra que llevarla lo mejor posible. – Yuqi frunció el ceño ante aquel comentario. – No debería estar contándole esto a una persona a la que acabo de conocer, pero mi padre quiere que trabaje para él, y no voy a poder cambiarle de opinión, y mi madre fue la que arregló mi matrimonio con el hijo de otro empresario importante de Corea. 

- ¿Aún existe gente que pretende arreglar los matrimonios de los demás? – preguntó una muy confusa Yuqi.

- En mi estatus social, sí, por desgracia. De todas maneras, Kun ha sido amigo mío desde la infancia y le tengo mucho cariño, por lo que tampoco es que me estén poniendo una pistola en la cabeza para casarme con él, pero no es una decisión que haya tomado yo.

- Vaya. Da rabia no poder controlar tu propio destino. – suspiró Yuqi.

- Bueno, las cosas no siempre se dan como uno las piensa. Está bien ser un idealista y pensar que todo va a salirte a pedir de boca, pero hay decisiones que otros toman por nosotros y que, a veces, no podemos evitar tener que aceptar. – Soyeon levantó la cabeza y cambió su cara a una sonrisa. – Pero bueno, volvamos dentro a recoger a estos señores que le dan demasiado a la bebida y volvamos a casa.

Como Lucas había bebido, fue Yuqi quien tuvo que llevar a su novio a casa y, de ahí, tomar un taxi, pagado por él, hasta la casa de sus padres. Mientras hacía aquel trayecto, repetía en su cabeza las palabras que Soyeon le había dicho y se preguntaba si las decisiones que había tomado eran suyas o si se las había dado a elegir alguien. La chica le había hecho pensar, sobre todo por la situación de que se tenía que casar a tan temprana edad con alguien a quien no había decidido. Yuqi pensaba, hasta antes de ese día, que había sido libre. Pero se daría cuenta de que todo no era tan fácil y que, por mucho que quisiera, todo no podía ser controlado por ella.

Hasta que llegaste tú - YUYEONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora