Capítulo 10: Decides

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Como había dicho que haría, Soyeon acabó cancelando la boda. A su madre casi le dio un infarto cuando recibió la noticia, mientras que su padre se veía venir la situación. Para él, era demasiado visible que su hija era un alma libre como para atrase a alguien que su madre le había ordenado, pero intentó seguir con las decisiones de su mujer para no tener problemas con ella, pero sabía que había cometido un error grave con su hija que podía haberla llevado a ser infeliz el resto de su vida. Eso no se lo iba a perdonar a sí mismo nunca. Además de que no estaba a gusto con la boda, el hombre se dio cuenta de que había algo más que le rondaba la cabeza a su hija, por lo que decidió que debía hablar con ella y aclarar las cosas.

- Soyeon. Sé que algo ha estado pasando últimamente. - el señor Jeon se había sentado en el sofá junto a su hija, la cual había estado mirando constantemente el móvil. Se dio cuenta de que veía las fotos de alguien en una red social, aunque no distinguía la cara de la persona de las imágenes.

- Papá, estoy bien. Es simplemente que no me quería casar con Kun y de ahí mi estado de ánimo estos días. - la rubia intentó quitarle importancia al asunto, sin saber que su padre estaba preparado para aquello e iba a llegar al fondo de la cuestión, pues no quería ver a su hija en aquel estado de ánimo tan bajo. Así que, evidentemente, no se tragó la mentira que su hija le intentaba contar.

- Sé que no tiene nada que ver con eso, ya que la boda ya se ha cancelado y, si fuera por ella, deberías encontrarte en un mejor estado de ánimo y solo te veo destrozada.

Soyeon no sabía qué decirle a su padre. Por supuesto que el hombre tenía razón en su percepción de las cosas, pero ella no sabía si debía contarle todo, pues no tenía muy claro cómo reaccionaría al enterarse de la sexualidad de su hija. Así que se mantuvo callada, pensando en las posibilidades que tenía por delante: inventarse una nueva excusa o contar la verdad y que la suerte estuviera de su lado. Su padre la acabó sacando de sus pensamientos.

- Soyeon, soy tu padre y sea lo que sea te voy a apoyar porque te quiero. No hay nada que me puedas decir que vaya a cambiar eso. - la rubia empezó a sollozar antes de ponerse a hablar.

- Es que temo convertirme en alguien a quien no quieras querer. Por mucho que sea tu hija esto es algo que haría que muchos padres no quisieran tener contacto con sus hijos. - el hombre la abrazó por los hombros y la atrajo hacia sí mismo.

- De verdad te lo digo, hija mía. Nada va a hacer que cambien mis sentimientos por ti. Por favor, cuéntame qué pasa. Me estás preocupando mucho. - Soyeon se intentó retirar algunas lágrimas de los ojos. Tenía que soltar la bomba toda de una o no se vería capaz de hacerlo.

- Papá, estoy enamorada de una mujer. - se apartó del hombre para poder mirarlo mejor.

- ¿Era eso? - la rubia asintió, tímida y temerosa de la respuesta de su padre. - Hija mía, estar enamorada es el mejor sentimiento del mundo. Da igual si es de una mujer, un hombre o quien sea. Así que, por mí parte, puedes amarla tranquilamente. Entiendo que tuvieras tus miedos porque la sociedad, especialmente en nuestro país, aún es muy cerrada con respecto a este tema, pero jamás deberías ocultar lo que sientes por el qué dirán. Es tu vida, así que vívela como quieras, por favor.

- Pero ¿y por qué querías que me casara con Kun? ¿Por qué fijarme lo que debía hacer?

- Tu madre insistió en que tú no le habías dicho que no quisieras casarte con él y, por no discutir con ella, he dejado que tomara decisiones por ti que nadie debería llevar a cabo. Así que, de ahora en adelante, no te preocupes por ella. Me encargo yo de lidiar con ella para todo.

- Entonces, ¿debería salir del armario con ella? - era el último eslabón que le faltaba a Soyeon para poder ser completamente libre de vivir su vida abiertamente.

- Debes hacer lo que consideres oportuno. Creo que deberías contárselo, porque se va a enterar tarde o temprano, pero decide tú cuando es el momento más oportuno. Por mí como si traes un día a casa a la chica que quieres y se la presentas directamente como tu esposa. - ambos rieron, lo que consiguió frenar las últimas lágrimas que caían de los ojos de Soyeon. - Lamento si alguna vez no te he dado la confianza suficiente como padre para que te abrieras libremente a mí, pero siempre voy a estar aquí para ti. Estoy muy orgulloso de ti, hija mía. - la volvió a abrazar una última vez.

- Está bien. Creo que tengo que ir a hablar con mamá. - Soyeon tomó una larga y profunda respiración antes de levantarse.

- Me parece correcto. Y, después, sales corriendo a buscar a tu chica. - la rubia sonrió y salió del salón hacia la terraza en busca de su madre. Qué pasara lo que tuviera que pasar.

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Un tiempo después, en Melbourne, Yuqi firmaba su recién publicado libro. Estaba tan emocionada y a la vez tan metida en las dedicatorias que les escribía a la gente que iba a la librería, que no sé fijó como una cara muy conocida se colocó delante de ella.

- ¡Hola! ¿A quién le dedico el libro? - preguntó, sin levantar la cabeza de la primera hoja de este.

- Para Soyeon. - la pelirroja levantó la cabeza para mirar a la chica. - Quién finalmente ha tenido el coraje para salir del armario ante sus padres.

Yuqi sonrió y volvió su vista al libro. Terminó de escribir algo que Soyeon no distinguió y le entregó el ejemplar.

- Gracias por venir.

La mujer que organizaba la firma pidió que pasara la siguiente en la cola. Soyeon bajó la cabeza, triste de que Yuqi no le hubiera dicho nada más. Pero, cuando abrió el libro en sus manos, se encontró con las palabras que la hicieron la persona más feliz del planeta:

"Disfruta de Hasta que llegaste tú. Yo también te quiero. Yuqi".

Hasta que llegaste tú - YUYEONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora