02

2.4K 122 4
                                    

Me levanté muy contenta por ser el primer día en que ayudaría a mi nuevo amigo.

Ya había terminado de alistarme, me preparé desayuno y después el de Jean. Yo estaba más que feliz porque sentía las ganas de ayudarlo con su día a día. Sé que me va a aventar con todo en la cabeza pero estará bien.

Tenía todo listo y aun quedaban 40 minutos para que las clases comenzaran. Así que tomé las cosas para Jean y me dirigí a mi auto no sin antes escuchar la voz de mi familia.

—Es muy temprano, Grecia. Quedate más tiempo.

—No puedo, ma. Necesito estar antes de tiempo para terminar las tareas. ¿A qué hora es que vuelven?.

—Tu padre y yo a las 3:30. Alfredo no sé.

—Iré a la casa de mi novia.–Mencionó.–¿Qué es lo que harás?.

—Ir a la casa de Vale. Hace tiempo que no la veo.

—Bien, procura solo estar antes de que lleguemos.

Me despedí de ellos con un beso y unos sonrisa. Estaba muy agradecida de tenerlos, pero tenía algo de miedo si llegasen a enterarse de que le hablo a un hombre que ni Conozco y practicamente lo estoy alimentando.

Corrí a mi auto. La sonrisa de mi boca no se quitaba y no creía que se fuera en todo ese día.

Cuando llegué al departamento de Jean él abrió un tanto dormido. Eran las 6:20 de la mañana, cualquiera quisiera dormir hasta tarde si no tiene pendientes cerca.

—Hola.–su voz gruesa sonó por todo el lugar.

—Te traje desayuno.

Puedo jurar que el rostro de Jean se quedó paralizado. No se esperaba que fuera a cumplir mi palabra, o eso era lo que yo creía.

—No tienes porque...

—Abre el paso que desayunaré aquí.–Lo hice a un lado y me dirigí al sillón pequeño.

Escuché como la puerta se azotaba detrás de mi. Jean seguía tallandose los ojos, pero podía notar que estaba un poco contento de que yo estuviera ahí.

Se sentó en el piso frente a mi. Parecía un perrito esperando su comida. Me miraba a los ojos y yo, no hice nada más que sacar las cosas necesarias.

—Toma. ¿Quieres tortillas?. Traje refresco también.

—Esto huele muy bien.–Destapó el toper.–¿Lo hiciste tú?.

—Sí, me desperté temprano y mentí con que iría a hacer tarea.

—¿Por qué quieres ayudarme?.–Quizo saber.

—No lo sé, tú me ayudaste a mi.

—Sí, pero tus ayudas ya han sido dos.–Tomó un pedazo de tortilla y comenzó a comer.

—Y serán muchas más. En primera, ayudarte a comer mejor. En segunda, será alejarte de las drogas.

Sentí como los nervios se apoderaban de su flacucho cuerpo. Con lo que había visto un día antes, puedo jurar que él se droga diariamente, no quiero eso para él.

—No me drogo.–Bajó la vista a su plato.

—¿Y lo que vi ayer?. No soy tonta Jean.

—Lo de ayer no fue nada. Le pedí a ese hombre que me diera eso, estaba un poco, no sé. Quería saber qué se sentía.

—Pues llegué a tiempo, Jean.–Comencé a comer con él.–¿Quieres trabajar?.

—Nadie va a aceptarme.–Rodeó los ojos.-He buscado trabajo por mucho tiempo y nadie me lo da.

Educando a JeanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora