Capítulo 3.

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¿Saben cuál es la condena de un escritor? Que su cabeza jamás para de crear historias. Ya sea escuchando música, cocinando, duchándose, incluso cuando habían pasado unas cuantas horas de que Louis se había ido de su departamento, su mente estaba creando un concepto maravilloso, y se levantó, buscó su libreta y lo escribió.

Cerró su libreta, y se quedó ahí, sentado en su cama, disfrutando el silencio. Ya sabía que era tarde, pero no le importó. Respiró profundo. ¿Le gustaría a Louis tanto el silencio, la paz, y la oscuridad de la noche? ¿Le gustaría mirar las luces de la ciudad por su ventana? No lo sabía. Y vaya que quería saberlo. ¿Estaría este chico fascinante, al igual que él, intrigado por esta fascinación repentina e imparable?

Louis se preguntó lo mismo, acostado en su cama, sin poder dormir. ¿Harry estaría igual de confundido por esa atracción tan extraña? ¿Estaría pensando en sus detalles, como él pensaba en la línea de su mandíbula, sus largos y delicados dedos, y su sonrisa? ¿Estaría pensando que era tonto, inmaduro y extremadamente apresurado?

Ese era su problema. Ambos habían conectado tan bien, Harry no quería salir de los brazos de Louis y Louis no quería soltarlo. ¿Estarían ambos vacíos y desesperados por vivir algo, o estaban experimentando una conexión inexplicable? No lo sabían, pero querían averiguarlo.

Era como cuando te gusta alguien por primera vez, donde por poco te traen un balde para la baba. Cuando en primaria la persona que nos gustaba nos decía que le gustaba algo de nosotros y entonces lo hacíamos todo el tiempo. Lo que ambos estaban sintiendo era completamente normal, pero, ¿saben qué pasa? Que todos los hemos dejado llevar por las cosas que hemos venido escuchando a lo largo de nuestra vida. "No seas tan fácil." "No le contestes tan rápido." "No le demuestres nada."

Pero Louis y Harry habían conectado tan perfecta y delicadamente, como cuando una princesa se pone un guante a la perfección, que no les importó. Harry era tranquilo y delicado, y Louis era simplemente impredecible. Podía levantarse un día de mal humor y mandar a la mierda a todo el mundo, como podía levantarse feliz a hacer el desayuno y a sentarse a tomar té. Pasaba por mucho, era demasiada presión, demasiadas reglas, era difícil, y había intentado mucho manejarlo, pero no podía.

A la mañana siguiente, Louis no quería levantarse de la cama. Quería quedarse ahí todo el día y no hacer nada, pero sabía que no duraría mucho. Aproximadamente una hora después Eleanor entró en silencio en su cuarto, temiendo que estuviese dormido. Louis estaba envuelto en las sábanas blancas, con su teléfono en la mano.

"¿Estás bien?" Dijo ella, y se sentó a su lado. Asintió.

"Sólo quiero quedarme aquí todo el día." Respondió, tranquilo, sin apartar la mirada de su teléfono.

Ella no se convencía.

"¿Es por la salida de ayer? No me contaste que pasó. ¿Salió bien?"

"Salió relativamente bien." Se encogió de hombros, y sintió la vergüenza volver cuando recordó su entrada al departamento de Harry.

"¿Relativamente?" dijo ella, cayendo en cuenta.

"Sí, relativamente. Hubiese salido bien si no hubiese entrado sin avisar y sin que él supiera que iría." Suspiró, molesto al recordarlo.

"Pero, ¿no le avisaste?" continuó, desconcertada.

"Por supuesto que sí. Ni muerto hubiese ido si no. Pero él nunca me respondió y yo fui de todas formas, como un maldito intenso." Apartó el teléfono, por fin, y se sentó en la cama, para pasarse las manos por el rostro, frustrado. "Es decir, ¿Te imaginas que alguien que conociste el día anterior se aparezca sin avisar en tu departamento? ¿Sabes lo que yo pensaría de esa persona?"

『 two ghosts ; larry 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora