Capítulo 14: Me miras como si supiera algo del siglo XXI

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-Quiero chocolate del que me hiciste ayer, A-Huan.

Jiang WanYin tenía una peculiaridad que el desdichado ZeWu-Jun desconocía, pero que acababa de descubrir de golpe y porrazo, sin anestesia previa. Honestamente, dudaba que su pobre alma pudiese aguantarlo durante mucho rato, porque ya estaba al borde del colapso emocional, y no llevaba ni una hora allí. Por las mañanas, cuando todavía se encontraba medio dormido, tanto el imponente líder de secta como el borde locutor se volvían bastante mimosos. Era un rasgo inequívoco de su carácter que, hasta la fecha en su propio mundo solo Jiang YanLi conocía. También se ponía algo caprichoso. Lan Huan solía decirle que se parecía a Jin Ling, todo un niño consentido, pero eso solo lo hacía cuando su peligroso novio no procesaba el lenguaje humano. Si tenía mala suerte y el cerebro de Jiang Cheng ya estaba empezando a despertarse, la ira del presentador caería sobre él con la misma fuerza que el meteorito que se cargó a los dinosaurios. Si no, se limitaría a volver a llamarlo A-Huan, algo que solo hacía si estaba de muy, muy buen humor.

Lan XiChen había tenido una suerte tremenda. O malísima, quién sabe. Porque, en otro orden de cosas, sentía que se le saldría el corazón del pecho de un momento a otro. Cómo para no. A cualquiera le pone nervioso que su crush le abrace de improvisto.

-¿Dónde está guardado? -Cuestionó el primer jade, dispuesto a obedecer. Prefería pensar lo menos posible y centrar sus esfuerzos en conseguir que no le temblase la voz. Total, unas indicaciones a tiempo podrían facilitarle bastante la existencia.

-Nevera. -Murmuró el locutor. Para tener una dicción casi perfecta trabajada en años y años de hacer radio, a primera hora de la mañana se le entendía a muy duras penas. Puede que el tener la cara enterrada en la fuerte espalda de su apuesto novio, fantasía que le gustaba cumplir de vez en cuando, tampoco ayudase-. Pero lo quiero caliente.

-Por supuesto.

Por curioso que parezca, Lan XiChen pudo acertar a la primera lo que era la nevera, el gran armario blanco de frío en el que se guardan sustancias extrañas. Cuando quiso ir hacia ella, Jiang WanYin debió considerar que ya era hora de soltar su abrazo y dejarle moverse con libertad. La comida pesaba más que los mimos en su balanza mental; le rugía el estómago y eso era inapelable. La gente con personalidad de gato es incorregible, aunque al cultivador se le hizo adorable. El presentador de radio se sentó en la barra de la cocina, un encantador bostezo escapando de sus pálidos labios. Lan XiChen tragó saliva al contemplarlo por el rabillo del ojo. Allí sentado, en un taburete con las piernas dobladas, descalzo y solo con los pantalones del pijama puestos. Su cuerpo, su rostro, sus actos... todo lo que veía le parecía tan condenadamente hermoso que podría tropezarse en cualquier momento si no se andaba con cuidado.

Mientras se restregaba los ojos con el puño, Jiang WanYin contempló su móvil casi absorto en lo que quiera que le mostrase esa pantalla misteriosa. Zidian se subió a la barra de la cocina al notar a su dueño predilecto por allí cerca, maullando para llamar su atención mientras Lan XiChen se encargaba de sacar el chocolate de la nevera. Distraído, el locutor acarició la cabeza de la gata. Ella ronroneó complacida, y el primer jade no pudo evitar sentir cierta envidia.

En momentos como aquel desearía ser un gato. Sus vidas eran bastante más sencillas que la suya incluso en un buen día.

-¿Le has dado de comer? -Cuestionó Jiang WanYin, la mirada fija en su móvil y la voz todavía un poco pastosa.

-¿Eh?

-A Zidian. -Aclaró, justo antes de bostezar otra vez. Era muy pronto para él. Aunque no fuese un vago redomado como Wei Ying, que antes de las diez no era persona, tampoco contaba con la disciplina Lan corriendo por sus venas. Otra horita más de sueño no le hubiera venido mal, sobre todo por lo difícil que lo tuvo para dormirse por la noche-. Que si ha desayunado.

Between  [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora