-Así que... ¿al final vamos a ir a comer hoy o repetimos a domicilio?
Jiang Cheng acababa de servirse un café. Salió de la cocina y se dirigió al sofá del salón donde tan bien se lo habían pasado la mañana anterior. Y la tarde ya de paso, porque se quedaron viendo una serie que tenían a medias y acurrucándose juntos sin hacer nada el resto del día. Lan Huan le esperaba con su portátil en el regazo y una taza de té frente a él, en un posavasos sobre la mesita. Le sonrió mientras tomaba un trago y le hacía un sitio allí mismo. El locutor no se lo pensó dos veces a la hora de subirse sin derramar ni una gota de su preciado café y (cuando hizo el ordenador a un lado) ponerle las piernas encima de las suyas.
Era domingo, domingo por la mañana para ser exactos. Aunque los dos tenían algunas cosas que hacer, habían decidido tomárselo con calma y disfrutar de un improvisado finde en pareja. Había sido una semanita confusa, pero se fiaban de que la siguiente restaurase la normalidad como quien confía en que las cosas se arreglarán por arte de magia. Lan Huan en especial era el más ferviente creyente de esa suposición no dicha, porque lo contrario le desesperaría al punto de desear volver a ejercer como periodista. Para que nos aclaremos, odiaba ser periodista y había odiado cada segundo de estudiar Periodismo. Al menos le quedaba el consuelo de haberse despertado un día más sabiendo dónde estaba y cuál era la fecha correcta, así que eso le ayudaba a mantener su temple tranquilo de siempre. Eso y, bueno, la presencia inestimable de su novio, que cuando se quedaba a dormir en su piso siempre tomaba la maravillosa decisión de pasearse por allí vistiendo una camisa blanca suya como única prenda encima de la ropa interior, justo como las protagonistas de las películas románticas que tanto detestaba. Gracias a que el escritor era un poquito más corpulento y un poquito más alto le quedaba ligeramente grande y, junto a las gafas y el cabello recogido, le confería un efecto encantador.
-Creo que deberíamos salir. -Contestó Lan Huan a su pregunta mientras le acariciaba las piernas con las yemas de los dedos. Jiang Cheng ronroneó conforme, complacido por sus atenciones, justo como Zidian haría si estuviera en su lugar. Se estremeció cuando la caricia de las uñas le sobrepasó la rodilla, pero sus manos no tardaron en descender hacia sus tobillos-. Ayer nos pasamos todo el día en casa, después de todo.
-Eh, pero hicimos mucho ejercicio. Más que en el gimnasio.
-Eso es innegable.
-Ya te digo que es innegable. Tengo un mordisco en el culo que lo demuestra, capullo.
-Te lo ganaste a pulso, A-Cheng. -Le rebatió con cariño-. Pero te lo puedo compensar invitándote a comer.
-No, no, no, ya invitaste ayer. Me toca.
-¿Seguro?
-Seguro. Y no hay más que hablar.
La expresión arrogante en el rostro del locutor lo dejaba más que claro, así que Lan Huan tuvo que limitarse a suspirar y obedecer. Jiang Cheng bebió su café en silencio durante algunos minutos, hasta que las manos de su novio, que hasta entonces habían estado centradas en los mimos y las caricias, comenzaron a masajearle los gemelos con un poquito de fuerza. La justa y necesaria para hacerle estremecerse. Encantado, el presentador de radio echó la cabeza hacia atrás y se dejó hacer, emitiendo de vez en cuando suspiros involuntarios que demostraban lo mucho que se encontraba disfrutando y lo cómodo que se sentía.
-Parece que a alguien le gustan mis masajes.
-A alguien le encantan tus masajes. -Le corrigió-. Además, me vienen de maravilla. Estoy muy tenso últimamente.
-Lo noté ayer. ¿Va todo bien?
Jiang Cheng frunció el ceño, su mente en conflicto sobre si quería o no hablar del tema. Una molesta vocecilla en su oído que sonaba justo igual que su psicóloga le sugería que sincerarse con su novio era, de hecho, una buena idea.
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Between [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi Fanfic]
FanfictionEs de conocimiento común que, tras los trágicos eventos del templo GuanYin, Lan XiChen, líder de Gusu Lan, decidió entrar en reclusión. Es de conocimiento común también que salió de la misma pasado algún tiempo con la intención de retomar sus debere...