CAPÍTULO 6

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El día empezó sumido en la oscuridad. Unas nubes grises impedían ver el celaje propio del amanecer, mientras que Khai se imaginaba cómo el sol salía por detrás de los edificios de agua y de qué colores teñiría esa vez el cielo, de no estar cubierto.

Estos momentos del día le transmitían una tranquilidad sin igual y le inspiraban a dibujar y a escribir. Pefería el atardecer ya que era más accesible y no tenía que madrugar, pero los nervios le habían hecho despertarse temprano y no poder volver a dormirse. Así que, en vez de estar tumbado en la cama sin hacer nada, decidió levantarse y hacer alguna cosa útil en su habitación. Se acercó a su escritorio y se sentó en la silla, no sin antes acariciar suavemente a Nube, quién estaba plácidamente durmiendo a los pies de la cama de Khai.

Intentó llenar su cuaderno de algo, de alguna frase o de algún garabato, pero su cabeza siempre volvía al mismo sitio, al baile de la noche anterior. Recordaba el encuentro con Zaira, la chica de pelo lila que había conocido en la feria. Había estado hablando con ella mientras se columpiaban bajo la luz de las estrellas, y al final de la noche, esta soltó sin previo aviso que quería hacer una revolución. Khai había intentado sacarle algo de información, pero ella se calló diciendo que mejor quedaban al día siguiente para hablarlo tranquilamente, en un lugar discreto que no suscitase muchas miradas. No tuvo más remedio que aceptar el plan, y aunque no le gustaba la idea de quedar con alguien de otro signo por lo que podía pensar la gente, el carácter de Zaira le contagiaba tranquilidad y seguridad, además de que tenía curiosidad por escuchar lo que le tenía que decir.

Estaba divagando en sus pensamientos, cuando de repente volvió a la realidad. Se acordó de las últimas palabras que habían cruzado. Iban a hablar en la calle del lateral de su casa, por donde no pasaba mucha gente y donde se podían sentar en un banco. Habían quedado en que Khai le iba a mandar la ubicación, pero todavía no lo había hecho. Se empezó a agobiar pensando que ya era tarde, pero para su sorpresa solo eran las ocho y media, y faltaban por lo menos diez horas hasta que se viesen. Justo entonces sonó su móvil. Le había llegado un mensaje de un número desconocido, y en seguida supo de quién era, ya que ponía: "Holaaa, soy Zaira :). Menos mal que me he acordado de mandarte un mensaje, porque si no, no habrías sabido mi número de teléfono... ;)". Tras leerlo, suspiró dejando salir todo el aire que se había aguantado dentro. Menos mal que Zaira era una chica que siempre se adelantaba, porque podría haberla fastidiado otra vez. Por fin le mandó la ubicación, y quedaron a en verse a las seis de la tarde en el banco de la calle de su casa. Khai estaba nervioso por escuchar su plan, pero aún así, como le había caído tan bien, tenía ganas de hablar con ella y no podía esperar a que llegase esa hora.

Después de esto salió de su habitación para desayunar, y durante el resto de la mañana estuvo trazando algún boceto sobre momentos de la noche anterior (cuando veía a Andy bailar con su pareja bajo las tenues luces de colores, mientras hablaba con Zaira en los columpios...), con la intención de mejorarlos y acabarlos cuando estuviese más despejado y tranquilo. A las dos, bajó a la cocina para comer con su padre y su hermano. Estuvieron viendo las noticias y hablando de las rebeliones contra el Gobierno, y Khai supuso que la revolución que Zaira quería organizar tenía algo que ver con esto. No quería contarles que había quedado con alguien de otro signo, aunque en su familia ya estaba más que asimilado; así que se alegró cuando dijeron que no iban a estar allí en toda la tarde. Cuando terminó, subió a su habitación con la intención de echarse una siesta, pero al igual que esta mañana no pudo dormir y empezó a escribir algo.Tras mucha espera, llegó la hora de hablar con ella.

Salió por la puerta a las seis en punto, puesto que habían quedado al lado de su casa. Al girar la esquina, vio que Zaira ya había llegado y estaba esperándole. Llevaba una blusa blanca y una falda plisada azul claro, y no pudo evitar pensar lo bien que le quedaban esos colores. Aceleró el paso para no hacerla esperar más.

LA ORDEN DEL ZODIACODonde viven las historias. Descúbrelo ahora