CAPÍTULO IV

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Solo paso a saludar y me voy. 😄😄😄

❁❁❁❁❁

Pasaron dos semanas desde la reunión que se celebró en casa y Sue continuaba realizando las entregas de su trabajo puntualmente.

Esa misma mañana, la joven decidió ir y ver el estado de humor de su tío. Para su fortuna, Carl ya se encontraba de un humor más amigable con ella, y tal como fue el acuerdo, le levantó el castigo. Después de pedir permiso, Sue decidió ir a visitar a su amiga Kate.

Nada más entrando por la puerta principal, el pequeño Joseph saltó a sus brazos y empezó a llenarla de besos. Sue se sorprendió por el trato efusivo que recibió por parte del niño, y preguntó:

- Válgame Dios, ¿se puede saber por que estas inquieto?

- Tía Sue, no sabes lo que acaba de ocurrir. A má la pisó un caballo.

- Eso no es así, yo estaba caminando por el patio y por desgracia pisé un caballo de juguete y me tropecé. Por suerte, no pasó nada grave, pero este niño no para de decirle a medio mundo que "un caballo me pisó". Y, dime ¿qué te trae por aquí?

- ¡Cómo!, ¿me estás echando? Supongo que ya te imaginarás que vengo a ver como se encuentran Joseph y tú. No puedo creer cómo me tratas -. Decía Sue mientras agregaba unos toques dramáticos a sus palabras.

- Por dios, querida. No empiezes a sobreactuar. Al contrario, me alegra que decidieras venir a visitarnos. No Nosotros estamos bien como puedes ver. Mas bien tú, ¿cómo estás? Por lo que pude observar alrededor de esas dos semanas, tu tío no te dejó salir sola a la calle, ¿me equivoco?

- No Kate, no te equivocas. Eso es cierto, tío Carl no dejó que yo volviera a salir a la calle, a menos que sea en compañía suya -. Se lamentó.

- Uhmm, y ahora ¿por qué fue?

- Bueno...

- ¿Qué pasó? Susana, dime ¿qué pasó?

- Uff, fue porque salí cuando el sol ya estaba oculto y sin compañía.

- ¡Dios! ¿estás loca? Afortunadamente no te sucedió algo malo, ¿verdad?

Al recordar el suceso, la mente de Sue trajo inesperadamente la imagen del hombre en el había tratado de no pensar durante las últimas semanas. No sabía el porqué, pero no deseaba contar a Kate el suceso ocurrido esa noche. Solo trató de inventar excusas vagas.

Después de visitar a su amiga, cuando Sue regresaba a casa vio un niño acurrucado en un rincón temblando. Le entristeció la escena, e inmediatamente rebuscó sus bolsillos y encontró unas cuantas monedas.

Se acercó al pequeño, y con voz dulce decidió ofrecerle lo que había encontrado.

- Hola, anda toma estas monedas y ve a comprarte un poco de comida, sospecho que estas hambriento.

El niño, con mucha cautela, aceptó lo que ella le ofrecía, y musitó un tímido:

- Gr-gracias.

Sue lo observó perderse calle abajo y lamentó el hecho de que no tuviera más dinero para poder dárselo. A lo mejor con más dinero, ella misma se hubiera encargado de llevarlo a disfrutar de un alimento decente.

❁❁

Andrew no veía la hora de regresar a casa, ya estaba harto de estar fingiendo todo el tiempo que sentía bien dentro de las normas y la etiqueta de la sociedad inglesa. Tal como suponía que sucedería, desde aquella fiesta a la que fue por petición de Robert. Apenas entró, notó que todas las vistas se fijaban en él, examinándolo, observando cada uno de sus pasos siempre con desconfianza. Cuando Robert mencionaba quien era él, las expresiones de rechazo cambiaban a expresiones cordiales, pero con una sombra de falsedad. Desde ese día, Andrew no paraba de recibir invitaciones a cuanta fiesta se organizase, y en todas se repetía la misma situación.

Pero; por otro lado, encontró una vivienda, en el centro de la ciudad, que estaba en venta. Esto venía muy bien a su objetivo, el cuál era construir una réplica del Hotel Diamond en Londres. Decidió ponerse en contacto con un ingeniero para que hiciera las construcciones pertinentes y convirtiera la vivienda en un edificio.

Mientras iba caminando, vio a Susana Howell, quien al parecer, iba a su casa. Pensó un poco si debiera acercarse a ella o no, pero finalmente decidió que sí. Así que apuró el paso antes de que ella girara una esquina.

Ya estando cerca a ella, le dijo:

- ¡Señorita Howell! - notó que ella se tensaba por un momento, naturalmente por la sorpresa, pero continuó -, disculpeme por acercarme así de improviso, pero la vi pasar y me pareció una falta de respeto no saludarla.

- Oh, es usted. Disculpeme, señor Collins, sólo que me tomó por sorpresa encontrarlo por aquí. Disculpeme -. Andrew notó que ella ya ansiaba retirarse, pero quiso insistir un poco más y, quizá así, lograr tener una conversación con la joven.

- Por lo que veo, usted no es muy dada a conversar con extraños, y no la culpo; ahora ya es bastante difícil confiar en alguien fácilmente. Pero, por favor, no me rechaze. Conozco a muy pocas personas aquí, por lo que quisiera conocer otras más.

- Uhm, señor Collins, disculpeme mas bien a mi por ser descortés, y si, estaré encantada de ser su amiga -. Al decir eso una sonrisa iluminó el rostro de Susana.

Entonces decidieron continuar caminando, mientras lo hacían Andrew notó que, cuando empezaba a tomar confianza, la muchacha era alguien muy agradable para conversar. Visitaron los lugares de entretenimiento como el cinematógrafo y los museos de la ciudad. Andrew notó que en compañía de la chica, él se sentía tranquilo, que no necesitaba cuidar mucho lo que decía, y extrañamente contento. Al notar ese sentimiento, Andrew no quizo preguntarse la causa, por lo que decidió dejarlo pasar.

❁❁❁❁


Seguían paseando por la ciudad, sin fijarse en el tiempo que había pasado, hasta que caminando por la torre del Reloj, Sue observó la hora que allí se marcaba.

- Oh, lo siento señor Collins, pero de verdad ya tengo que irme. Ya es bastante tarde. Me disculpará.

- Ya veo, señorita. No se preocupe, la entiendo; al contrario, permitame acompañarla hasta su casa, como un modo de agradecimiento por haberla interrumpido en sus actividades e insistido en que me enseñe la ciudad.

- Esta bien, señor Collins. Vamos.

Luego, llegado el momento de despedirse, Sue dijo:

- Bien, ya llegamos. Aquí me despido señor Collins, y le agradezco por este paseo tan agradable, lo disfruté al lado de su compañía.

- Quisiera que no me tratara de señor, tengo un nombre; Andrew. ¿Qué no somos amigos? -. Dijo Andrew pícaramente.

- E-esta bien, Andrew. Gracias por el paseo.

- No te preocupes Sue, ahora entra o tu tío se enojará contigo. Nos vemos.

Sue entró a casa, con una sonrisa de la que no era consciente. Realmente, le agradó el paseo con Andrew. Es cierto que al principio estaba nerviosa frente a él, pero él logró conseguir que ella actuara naturalmente. Eso era algo difícil para ella, y más si se trataba de un primer encuentro. Pero debía ser cautelosa, si no tenía cuidado, podría llegar a enamorarse de él, y no habría nada más doloroso que enterarse luego, que el no correspondía a sus sentimientos.

❁❁❁❁

Bien, ya terminó este capítulo. Como siempre las gracias por leer hasta aquí. Acepto cualquier sugerencia o crítica constructiva. Hasta luego.

Susana (Saga Londres Victoriano I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora