Side by Side ~||Legolas||

Capítulo 23: No pierdas la esperanza

Este capítulo está dedicado a mi fantástica amiga Roiko_, que me ha dado la gran oportunidad de plasmar a Silwen, mil gracias, espero de corazón que te guste❤️
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Merry y Pippin continuaban su camino junto a Bárbol, mas todavía desconocían las intenciones del Pastor de Árboles.

—Los Ents no hemos sido perturbados en estos parajes desde hace demasiado tiempo, pero ahora, algo se avecina —llegaron a un claro del Bosque que, a pesar de los múltiples y frondosos árboles que lo rodeaban, era bañado por los rayos del Sol—, algo que no ha ocurrido en esta Era.

Bárbol murmuró unas palabras en lengua Ent y sus ojos se movieron entre los árboles, avisores, como si esperara a alguien, o algo.

—Ha llegado la hora de la Asamblea —les anunció a los Hobbits.

—¿Una Asamblea? ¿Una Asamblea de qué? —y antes de que el propio Bárbil pudiera contestar a las preguntas de Merry, un numeroso grupo de Ents los habían rodeado, acercándose a paso lento y profundo.

Todos eran diferentes pero similares a la vez y el brillo de los ojos de Bárbol estaba presente en cada uno de ellos.

—Hayas, robles, castaños, fresnos —numeró Bárbol mientras los guturales sonidos de los Ents inundaban el claro—. Bien, bien, han acudido muchos —ambos Hobbits estaban perplejos ante tales miradas, ante tantos vivaces y antiguos ojos podados sobre ellos—, ahora, debemos decidir si los Ents vamos a la guerra.

La incertidumbre aún se mantenía en el ambiente, mas Merry y Pippin sintieron un fuego abrasador en lo más profundo de su corazón y una sensación de adrenalina se apoderó de ellos. La guerra estaba realmente próxima, pero ellos estarían preparados.
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En el Abismo de Helm, los más débiles y los heridos eran guiados hacia las cavernas bajo tierra, el único sitio resguardado de la funesta lucha por venir. Era allí donde se guarecían sus escasas esperanzas.

Aragorn, Legolas, Gimli y Deween marchaban a contracorriente entre el bullicio del pueblo de Rohan, quiénes estaban ansiosos por verse alejados de la Oscuridad acechante.

—Situaremos a la reserva a lo largo de los muros —les indicó el Montaraz explicando el plan que tenía dibujado en su mente—, que apoyen a los arqueros desde lo alto del Portón.

—Aragorn, tú debes descansar —insistió el Elfo con preocupación en su voz—, no nos sirves vivo a medias.

Antes de que el Heredero de Isildur pudiera protestar contra las palabras de Legolas, alguien llamó su atención entre el gentío, una potente voz femenina.

—¡Aragorn! ¡Mi señor! —la dorada melena de Éowyn sobresalía entre los apagados cabellos de las gentes mientras corría al encuentro de los viajeros—. ¡Mi señor! Me llevan junto a las mujeres y niños a las cavernas —más que agradecida por esta misión, la Dama se mostraba notablemente molesta.

—Es un honorable cargo, mi señora —le contestó el Dúnadan con sus ojos cansados pero feroces fijos en ella.

—Cuidar a los niños y dar cama a los hombres que vuelven, ¿qué reconocimiento hay en eso? —Éowyn estaba realmente consternada y sus facciones reflejaban la molestia que sentía.

—Mi señora, llegará el momento del valor reconocido, es hora de permanecer junto a tu pueblo —las palabras sosegadas no parecían convencer completamente a Éowyn.

—Mi señor, por favor, dejadme luchar a vuestro lado —le suplicó la Dama de cabellos rubios—, dejadme permanecer junto a Deween igualmente, deseo luchar junto a mi amiga, junto a vos.