Interrupciones II

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Al día siguiente se encontraba organizando unos papeles que les repartiría a sus estudiantes, cuando la campana sonó visualizó a cada uno que entraba en la sala, esperando ver a un muy impertinente mocoso, pero en cambio vio a una chica de pelo largo sentarse en el sitio de su tan esperado alumno, la "chica" le miró a los al rostro y le dedicó un guiñó, su mandíbula calló al darse cuenta de que era el mocoso impertinente.

Vestía un corsé negro que se ajustaba a su delgado torso, un top blanco fruncido sin relleno que mostraba una gran cantidad de escote, una falda roja con vuelo que apenas llegaba por la mitad de sus muslos, unas medias blancas con un lazo rojo justo por encima de las rodillas y unos zapatos negros sin tacón.

La clase avanzó sin problemas, esa era la última así que tenía la intención de que el chico se quedara, para cumplir su detención claro. Sonrió malicioso.

Cuando al final de la clase el salón se vació Seth se quedó en su asiento sonriendo al que le veía como una presa.

— ¿Que miras?— Preguntó el menor

— Ahora entiendo por qué el lobo iba detrás de Caperucita—le dijo con tono sugerente, devorándolo con la mirada sin perderse ni un pelo bajando hasta su falda roja.

El chico caminó hasta el y se sentó en la esquina del escritorio mirándole sugerente.

— ¿Y profesor?... ¿cuál es el castigo que le espera a Caperucita?— uno de los dedos de Seth se deslizaron lentamente sobre su propio muslo levantando levemente la falda, un gruñido resonó en la garganta del hombre mayor y estiró una mano para poder tocar la piel que anhelaba, el chico saltó de encima de la mesa evitando el contacto y la falda se levantó un poco más, aún sin mostrar nada de tela debajo de ella, comenzó a caminar alrededor del salón siendo seguido por Fenrir, habían iniciado una especie de persecución y Fenrir estuvo a punto de tropezar con una de las butacas por estar al pendiente del tracero que se movía gracilmente frente a él .

— Dime, Seth, ¿qué estás llevando debajo de esa falda?

—Hm... ¿Quieres saberlo? ¿Por qué no lo compruebas tú mismo?—sugirió sin detenerse, y sin tan siquiera mirarle.

Los ojos de Fenrir brillaron y no vaciló ni un segundo. Se acercó los pasos que los separaban hasta llegar a su lado, ambos se detuvieron. Acarició suavemente la piel de su muslo desnudo por encima de la media y subió lentamente, su mano deslizándose debajo de la falda, sus dedos subienron por el interior de su muslo hasta que tocaron la tela. Recorrió el borde de lo que sin duda eran bragas, sintiendo el cuerpo del chico estremecerse pegado al suyo.

—Oh. ¿Y con encaje? Dime que son negras, por favor. Se verían tan bien en contraste con tu pálido cuerpo, a juego con tus lunares—acarició su perineo y su agujero por encima de la tela, presionando sobre este último y sintiendo las nalgas contraerse alrededor de su dedo.

—Tendrás que descubrirlo tú mismo, pero para eso tendrás que ser un buen chico—respondió, un poco sin aliento, con su rostro ruborizado hasta las orejas. Se apartó del mayor, moviendo las caderas inquieto, y rio a carcajadas cuando escuchó el gruñido de Fenrir tras él.

— ¿Sabe que es una falta de respeto hablarle en esas formas a su maestro señor Riddle?— respondió en su oído para seguido morder el lóbulo de su oreja.— Pienso que merece un castigo ejemplar.

—Mng...— Seth mordió su labio inferior al hacerse una idea— ¿entonces profesor Van Helsing? ¿Que castigo consideraría apropiado para un niño tan insolente como yo?

Seth contuvo un grito de sorpresa cuando Fenrir lo atrajo hacia sí y lo juntó a su cuerpo, reclinándose contra una pared. Podía sentir el duro y amplio torso del profesor pegado a su espalda, su aliento cosquilleando en los pelos de su nuca. No forcejeó para apartarse, incluso si la mano que rodeaba su vientre lo hubiera permitido. Al contrario, se apoyó contra él, ganándose un gruñido de aprobación.

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