Falta de confianza

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Darren se quedó con el pequeño Tom, así Donna y Jodie pudieron salir hacia el hospital sin de momento contarle lo ocurrido al pequeño.  Esa mañana las nubes se adueñaron del cielo sin dejar salir al sol, el frío también se unió al clima y el viento lo hacía de vez en cuando.

Tom y Darren seguían el curso del río Irwell.

    -¿Te ha comido la lengua el gato?

Negó con la cabeza.

    -¿Entonces por qué no hablas?

Se encogió de hombros.

    -Totalmente de acuerdo contigo. ¿Sabes? Me apetece una bolsa de chucherías, ¿y a ti? – el pequeño asintió enérgico -. No te escucho, ¿decías algo? – le miró de soslayo – Supongo que no querrás, como no contestas...

    -¡Sí! – se soltó y se amarró a su pierna, el pobre solo le llegaba por la cintura.

    -Ah... Vale – rio. – No te escuchaba.

    -¡Te lo estaba diciendo bajito pero es que estás sordo!

Un rato después estaban sentados en un banco comiéndose las chucherías de la tienda de Barkley.

    -Tío Darren – le dijo con la boca llena –, ¿quieres saber por qué no hablaba?

    -¡Oh, claro que sí! ¡No dormiré hasta que lo cuentes!

   -Pues... - ladeó la cabeza – es que me gusta una chica - sus mofletes se colorearon.

    -Seguro que es muy guapa porque te ha dejado sin palabras.

    -Lo es, pero no es por eso. El otro día escuche a mis padres discutir y dijeron "ya no voy a hablar porque cada vez la cago más" – dijo con un tono más agudo – y yo no la quiero cagar con la chica que me gusta.

    -¿Cagar? – frunció el ceño – Tendrían que ir al baño.

   -¿Lo crees? – le miró divertido – El otro día el baño olía a caca – se tapó la nariz.

   -Aquí huele mal – también se tapó la nariz haciendo que su voz fuera más aguda - ¿Vamos a otro lado?

   -¡El último que llegue a la farola pierde!

Jodie salió de ver a Walter aunque dormía profundamente. Le vio con el collarín puesto y unas heridas en el rostro; según le contó Hunter algunos cristales de la luna saltaron del impacto y precisaba de ayuda para levantarse ya que la fractura de dos costillas le impedía moverse por sí solo.

   -He pensado en ir a desayunar, apenas hemos tomado algo en casa, ¿te apetece?

   -Claro, nos vendrá bien. Hay una cafetería cerca de aquí.

Caminaron hasta ella, estaba cerca de la parada de bus del hospital, la única que había en cien metros arriba y abajo. El establecimiento era pequeño y su decoración interior chocaba totalmente con la fachada, era acogedora, de colores vivos y de fondo sonaba música de los 70's.

   -Donna, tengo que contarte una cosa – sus manos sudaban.

   -Dime, ¿qué ocurre? – colgó el bolso – ¡Oh, muchas gracias! – le dijo a la camarera, llevaba los cafés y las tostadas – Gracias.

Cada una cogió lo suyo.

    -¿Qué era eso que me ibas a contar? ¿Va todo bien? – le dio un sorbo al café; ardía – Que frío está – rodó los ojos.

   -Cuando hablé con la policía y me contó lo ocurrido oculté cierta información – tragó saliva.

   -¿Información? ¿A quién? – alzó una ceja confusa – ¿A la policía? ¿Tenga a una loca por cuñada? – por unos instantes no dijo nada, hasta que se le vino a la mente – Oh, no... – suspiró – Ha sido a Darren, ¿verdad?

Cave CanemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora