PRÓLOGO. El departamento de misterios

129 13 2
                                    

La muerte de Sirius había sido un duro golpe para Harry, ya que su padrino solo llevaba dos años huyendo de Azkaban, y en ese tiempo había sido su figura paterna. El pobre Harry ya tenía bastante con la vida que llevaba con los Dursley, llena de maltratos y demás. El destino no lo consideraba así, no obstante, pues le había arrebatado a su padrino. Por eso, tras dos semanas terribles para el chico en las que su tío casi lo violó (solo su magia lo salvó de aquello), nuestro azabache decidió ir al Departamento de Misterios para ponerle fin a su vida de la misma manera que Bellatrix se lo hizo a su padrino.

Aquí es donde nos encontramos ahora, con Harry buscando la puerta que conducía al arco. Pronto llegó a donde quería, por suerte solo tuvo que probar dos puertas aparte de la que conducía a las gradas que bajaban hasta la tarima con el velo. Bajó corriendo las escaleras, con la visión empañada por las lágrimas que sus hermosos ojos esmeraldas derramaban, y literalmente se arrojó contra el velo.

En su afán por correr hasta allí lo más rápido que sus piernas le permitían, el muchacho no vio el ser encapuchado que lo veía en la oscuridad, con una mueca de tristeza. Thanatos estaba furioso, pues el viejo decrépito de Albus Dumbledore había logrado conducir a Harry hacia allí. El pequeño era como un hijo para él, y a pesar de sus aventuras, Thanatos cuidaba de que su hora no llegara tan pronto... Y no era porque no quisiera que la profecía se cumpliera: al contrario, deseaba con fuerza que Harry acabara con el estúpido de Tom y estaba furioso porque el hijo de p... el hombre había creado horrocruxes... Pero, por supuesto, que Harry recibiera el entrenamiento necesario, tanto físico como mágico, y no lanzarlo de cabeza contra su propia muerte, solo con los hechizos aprendidos en Hogwarts... Y encima, enfaticémonos en esto, anulando casi la mitad de su coeficiente intelectual, su memoria fotográfica y su núcleo mágico.

En fin, trataría de rectificar eso: le daría todo el conocimiento que Thanatos presentaba sobre magia y que había sacado de las mentes de los magos que morían y anularía los bloqueos que presentaba.

Miró como Harry corría al arco y se le ocurrió dónde mandar al chico para que se entrenara físicamente: Poniente.

Cuando cayó a través del velo, evitó que el alma del chico saliera de su cuerpo, dejándolo inconsciente, y entró tras él, para luego ponerle una mano en la frente, sacarle los bloqueos y teletransportarse a sí mismo y a Harry hasta Invernalia.

El azabache despertó dos horas después, con más conocimiento de cuando cayó a través del velo. Se enderezó levemente, esperando estar en el mundo de los muertos, pero a no ser que estos respirasen o sintiesen su alrededor no estaba ahí.

–Harry Potter, un honor hablar contigo –una voz se escuchó a su espalda, sobresaltándole. Harry sacó la varita y se volvió.

Tenía delante de él a un individuo con los ojos negros, alto, pelinegro, delgado y musculoso, pero sin exagerar, y con dos grandes alas negras plegadas a su espalda.

–¿Quién eres? –su voz estaba plagada de desconfianza, un ceño fruncido plasmado en su rostro.

–Esa es una pregunta un tanto confusa –dijo Thanatos con una sonrisa–. Aquí me llaman el dios de muchos rostros, otros Anubis, otros, simplemente, muerte... Aunque mi nombre real es Thanatos.

–¿Y qué quieres de mí? –la desconfianza seguía en los ojos del azabache. El dios de la muerte le invitó con un gesto a que se sentara.

–Venía a contarte que en el mundo mágico hay personas que, como sabes, no son lo que parecen... Hasta las personas en las que confían podrían ser alguien diferente. Y Albus Dumbledore es uno de ellos. ¿No te parece sospechoso que, tras la muerte de tus padres, no haya leído el testamento que dejaron o, si lo hubiera hecho, te hubiera dejado con los Dursley? –intervino, antes de que la réplica, ahora congelada, saliera de labios del azabache–. ¿No te parece raro que, sabiendo que Sirius no era el guardián secreto de los Potter, lo hubiera dejado ir a prisión? ¿No te parece raro que, al ir por primera vez a Gringotts, no tuvieras tú la llave de tu cámara?

En este momento el chico estaba pálido.

–Bien, ¿conoces la profecía, ¿verdad?

–Como para olvidarla –dijo sarcásticamente–, sólo sé que tengo a un psicópata tras mi cabeza desde que soy un bebé porque dicho psicópata la escuchó..

–Te han ocultado una parte importante de la profecía. Verás, existe un hechizo que, al terminar con el mismo matando a alguien, desgarra un fragmento del alma del que lo aplica y este trozo de alma se pone en un objeto. Por tanto, si te matan, estos objetos (se puede hacer más de uno) te mantienen con vida, aunque sea como un mísero espíritu.

–Voldemor los hizo, ¿verdad? –interrumpió Harry–. Lo vi en primero, convertido en lo que dices.

–Exacto. El caso es que no hizo ni uno ni dos, sino que siete. Uno es el diario de Tom Riddle, que destruiste el segundo año que estuviste en Hogwarts, un guardapelo con la S de Slytherin, que si no me equivoco tirasteis a la basura el verano pasado y que Mundungus ha robado o robará, conociendo su naturaleza. Los siguientes son la copa de Hufflepuff, la diadema de Ravenclaw, el anillo de Sorbolo Gaunt que Dumbledore destruyó hace unos días, la serpiente y... –Thanatos tragó saliva para soltar la bomba que iba a soltar– cuando fue a atacar la casa de tus padres y la maldición rebotó contra ti, sin pretenderlo te hizo un horrocrux. Puedo quitarlo, si quieres.

La cara de Harry estaba roja de indignación.

–Con que esto me ocultaba el comecaramelos, ¿eh? ¿Algo más que añadir a su lista?

–Desgraciadamente sí –suspiró Thanatos–, él ha estado robando dinero de tus bóvedas.

–¿Tengo más de una?

–Sí... Ese viejo estúpido... Ya lleva bastantes galeones, aunque ahora por suerte te he transportado a Poniente, en donde entrenarás físicamente. He cambiado la bóveda principal en dragones, la moneda oficial de Poniente.

–¿Por qué debo de entrenarme físicamente? Se supone que los mortífagos son hábiles magos.

–Exacto –dijo la muerte con una sonrisa algo depredadora–, y no esperarán que alguien deje tirada su varita en el suelo para comenzar una lucha a puñetazo limpio con ellos, ¿verdad? Tu núcleo mágico también había sufrido bloqueos: eres metamorfomago y animago natural entre otras cosas, así como pociones de compulsión, odio a los Slytherin y a Snape y amor a Ginny Weasley

–¿Y alguien más? ¿Lealtad a quién?

–A ginny, Ron y Molly Weasley

–Genial –dijo Harry, con furia y sarcasmo goteando como veneno de su voz–. Acepto, me entrenaré físicamente... Los mortífagos no esperarán esto.

**********

OK... Pretendía publicar esto en el cumpleaños de Harry –feliz cumpleaños muuuuuy atrasado de mi parte... Pero estaba de vacaciones y no tenía internet así que no pude hacer casi nada.

Quise publicarlo el cinco de agosto, pero con el montonazo de libros que me llegaron y las cajas y demás que tenía que clasificar no pude.

Así que por fin lo publico, espero que lo disfruten.

Esta es mi primera historia yaoi que no es Harcy, así que por favor me gustaría que me comentaran su impresión de la historia.

Besos y abrazos

MAGIC CHAINSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora