1. INVERNALIA

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Jon Nieve podría considerarse alguien afortunado, dentro de lo que cabía en Poniente. A pesar de las miradas de desprecio que recibía de Catelyn Stark, la mujer le dejaba comer en su mesa y le proporcionaba techo y lo mantenía. Robb y los demás hijos legítimos de Nedd y Catelyn eran buenos, y en su defecto, tolerantes con él, así que tampoco podía quejarse de esto.

Sin embargo, su vida se había vuelto un tanto rutinaria últimamente, por lo que, cuando vio a un pequeño niño de no más de once o doce años de pelo azabache y ojos verdes, delgado y esmirriado y cuerpo curvilíneo pero no tanto como las mujeres, acompañado de un hombre serio, pero con un matiz de cariño al mirar al muchacho, pensó que tal vez su vida cambiaría, un pensamiento muy acertado.

Cuando terminó de practicar esgrima con Robb pudo por fin ponerles completa atención. Los visitantes al parecer estaban hablando con su padre. Los dos se reunieron con Arya, Sansa, Brann y Catelyn, de pie en la fortaleza.

–Por favor Ned, él viene de un lugar muy lejano en el que la magia corre por la sangre de la mayoría de los habitantes de su país, así que no estará habituado a usar una espada. Necesito que le entrenes físicamente para que tenga algo más a lo que recurrir en caso de que su magia le falle –escuchó al hombre decir, y se irguió de forma amenazadora, desplegando levemente algo que Jon no supo qué era. Sólo con el toque del pequeño azabache el hombre relajó levemente su postura.

–Lo siento mucho Lord Thanatos, no puedo aceptar su oferta.

–Señor, le propongo un trato –habló por primera vez el chico, y Jon casi no pudo contener el gemido que amenazaba con salir de sus labios. Aquella voz...– Verá, usted, o sus hijos, o alguien que tenga esa especialidad y que esté a su cargo podría enseñarme. Yo a cambio, le puedo pagar todos los dragones que cueste mi cuidado.

–Bien –cedió por fin–, mi hijo Robb te enseñará esgrima, Brann a tirar con el arco y mi bastardo Jon a montar a caballo –dijo Nedd con una sonrisa.

–Gracias señor –dijo el niño, sonriendo enormemente y pegando un pequeño saltito en su sitio. A Sansa se le escapó un pequeño "awww" al ver lo adorable que parecía el chico–. A cambio puedo cocinar y ayudar en lo que pueda

Sansa empezó a emitir risitas por lo bajo cuando oyó eso último, y Arya la fulminó con la mirada.

–¿Qué tiene de malo que cocine? –susurró Arya con furia.

–Que es un hombre, y los hombres no cocinan, bordan o algo así. Las sirvientas cocinan y los hombres salen a la batalla y entrenan para la misma, no hacen cosas de ese tipo. Además, ¿crees que alguien tan guapo y adorable se rebajaría a ese nivel? Claramente es de alta cuna... Aunque las túnicas que viste...

Jon quiso gruñir y fulminarle con la mirada, pero prefirió centrarse en el hermoso chico frente a él.

–Ahora, ¿por qué no va a informar a su familia mientras que nosotros hablamos un ratito a solas?–dijo el hombre, aunque más que una sugerencia se escuchó como una orden.

–Por supuesto Lord Thanatos –se apresuró a decir Nedd.

–Gracias por todo de antemano lord Eddard –se despidió el mayor con una sonrisa.

–No hay problema.

–––––

Harry y Thanatos estuvieron hablando sobre los bloqueos que tenía el primero en el cuerpo. Era rencoroso, así que no les perdonaría fácilmente a nadie, ni siquiera a las comadrejas. Derrotaría a Tom para saldar esa deuda que tenía con Thanatos, por supuesto, pero libre de influencias.

Thanatos también le contó que había dejado tres reliquias en el mundo mágico y que él tenía una: la capa de invisibilidad, y que junto a la piedra de la resurrección y la varita de saúco se la entregaría al ojiesmeralda. Además, el viejo comecaramelos se llevaría una enorme decepción al no encontrar la preciada varita que hasta hace unas horas atrás tenía en sus manos.

También le dio algunos regalos: el don de leer mentes de forma natural, así como poder ocultar la suya, la lectura de auras y la habilidad de sanar a alguien cuya hora de morir no estaba cerca aún. También le explicó que aquellos poderes los mantendría a la hora de volver al mundo mágico.

Luego le explicó un poco la historia de Poniente, la cual Harry escuchó con plena atención, y le dijo que los Stark eran una familia vasalla del rey Robert y que adoraban a dioses antiguos. Harry simplemente decidió no tomar partido en la extraña religión en ese mundo.

–––––

–Dioses... ¿habéis visto qué belleza? Ni mi futuro rey Joffrey tiene tal cuerpo –dijo Sansa nada más entrar a la fortaleza. Jon reprimió un gruñido en su garganta y evitó la mirada de Sansa para no enterrarla cinco metros bajo tierra con ella. No obstante estaba de acuerdo con ella.

Siguieron hablando del azabache y cuando por fin llegó la hora del almuerzo el pequeño niño se les unió con timidez, sentándose al lado de Sansa y de Brann. Arya le sonrió y se procedió a presentar, al igual que todos en la mesa.

–Encantado de conoceros, mi nombre es Harry, lord de las casas Black y Potter... Eso creo, porque gracias a un hombre manipulador no sé qué tengo y qué no tengo realmente.

–Siento eso –dijo Sansa–, pero ¿no deberían ayudarte y guiarte tus padres?

–Mis padres murieron cuando tenía un año –dijo con una mueca de tristeza–. Los asesinaron, pero yo sobreviví.

–Vaya, es una pena –dijo Sansa con una mueca en su rostro también.

Después de eso el almuerzo transurrió en un incómodo silencio, el cual nadie sabía cómo interrumpir. Una sirvienta pasó recogiendo los platos de cada miembro de la familia, y Harry se levantó con rapidez, recogió cuatro platos y siguió a la mujer hacia la cocina.

–Wow, eso sí que es rapidez –dijo Riccon mirando el perfil del chico, quien había iniciado una pequeña discusión sobre que él quería ayudarlas lavando los platos y que ya estaba acostumbrado a hacerlo porque sus tíos le hacían labarlos todos los días. Al escuchar eso Arya le dedicó a Sansa una sonrisa burlona sin que sus padres la vieran.

–Bien, empezaremos primero haciendo algunos ejercicios físicos con Robb para ver qué tan en forma estás –dijo Nedd cuando Harry volvió con las manos mojadas.

–¿Podemos empezar hoy mismo? –preguntó a su vez él, muy emocionado, enterneciendo a las mujeres del grupo.

–Yo sugeriría que esperaras hasta mañana, porque estarás más descansado –recomendó Nedd con una sonrisita–. Sin embargo Brann sí puede probar tu puntería con el arco.

Y así fue como el azabache fue corriendo junto a Brann y empezaron a practicar y a hablar entre ellos.

MAGIC CHAINSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora