El dormitorio de los merodeadores estaba sumido en un silencio que, como todos sabemos, es bastante extraño dado al alboroto que normalmente proviene de esa habitación. ¿La razón? Remus está en la enfermería, casi lleva un día allí.
---Por Merlín Sirius, relájate un poco.---
La voz de James hizo que el de cabellos azabaches levantara la mirada hacia el. Dejó de dar vueltas como si se tratara de un perro persiguiendose la cola y por un momento, frunció la mirada hacia el muchacho de gafas.
---Nunca debimos marcharnos, ¡es nuestro Remus maldita sea! Decidimos convertirnos en animagos para estar con él esos momentos tan difíciles!---
James sabía que su mejor amigo estaba así porque Peter y él le habían obligado a abandonar la casa de los gritos la noche de su transformación porque Remus estaba demasiado violento, en cualquier momento podría haberlos matado o herido de gravedad y no quedaba más remedio que regresar y esperar que el licántropo estuviera bien. Sirius no recuerda una transformación tan brutal como aquella, jamás había tenido que pasar tanto tiempo en la enfermería. Normalmente Madame Pomfrey le daba unas pociones bastante fuertes y regresaba al dormitorio, estaba tardando más de la cuenta, y los nervios de Sirius estaban por las nubes.
Sirius estaba enamorado de Remus. Siempre lo supo de alguna manera, pero ese año se había vuelto tan evidente que no le quedó más remedio que admitirlo, aunque Peter y James aún no sabían.
---Bueno... recuerda las palabras de Remus. Eso de que siendo animales no nos atacaría es solo teóricamente...---
La voz de Peter, que esta sentado en su cama jugando con sus dedos se hace presente en un murmuro. Sirius entonces lo mira, más enojado.
---¡Me importa una mierda si es teórico o lo que sea! ¡Es nuestro amigo, no podemos dejarlo solo, sufre! Me teníais que haber dejado allí, vosotros os podíais marchar si eso era lo que deseabais.---
Tan rápido como terminó de hablar tomó su túnica de encima de su cama y salió del dormitorio azotando la puerta con fuerza. Cada vez que hablaba de las transformaciones de Remus se le venía a la mente el rostro lleno de dolor de su mejor amigo, llorando y apretando los puños deseando que terminara cuanto antes. Cuando pensaba en eso, Sirius solo tenía ganas de romper cosas, de golpear algo, y eso era precisamente lo que el joven Black sentía en estos momentos. Si no se hubiera ido, hubiera acabado por golpear a sus amigos.
James y Peter se miraron unos segundos. Conocía bien a su mejor amigo, sabia que llevaba fatal esto, en realidad, él también llevaba fatal ver como Remus era obligado a transformarse cada mes, pero nunca había llegado a ese punto de desesperación de Sirius. Él también salió del dormitorio casi corriendo, salió de la sala común y con el mapa en la mano localizar los pasos rápidos de Sirius, camino de la enfermería.
Gracias al mapa consiguió llegar antes de que Sirius doblara la última esquina antes de llegar a las grandes puertas de roble que señalizaban su destino. Llegó por detrás del pelinegro, esperando que se detuviera.
---Canuto.---
---¿Qué quieres, James?---
Un irritado Sirius se volteó con pereza hacia donde estaba su amigo, quien guardo el mapa en su túnica y mordía en interior de su mejilla buscando las mejores palabras para hablar con Sirius.
---No te molestes. No te permitirían entrar a verlo, ya es tarde.---
---No me importa. Aporrearé la puerta hasta que me abran.---
Sabía de sobra que Sirius era muy pero que muy testarudo y osado. Era perfectamente capaz de cumplir con lo dicho, solo por cabezonería. James trató de tomarlo del brazo para evitar que llamara a la puerta casi echando humo por las orejas. Si llamaba, seguramente acabaría castigado y entonces si que no podría ver a Remus. El pelinegro hacía un esfuerzo por no golpear a su mejor amigo para soltarse de su firme agarre, pero James no se lo pondría tan sencillo.