Remus Lupin era un adolescente complicado.
Lo peor de todo era que desde que era un chiquillo, sabía que a medida que fuese creciendo, su problema iría creciendo con él. Sabía que jamás sería alguien normal y que la gente de su alrededor también tenía que lidiar con eso.
No era justo para sus amigos, ellos no se merecían a alguien como Remus.
Desde que había entrado en la pubertad había notado importantes cambios tanto físicos como de carácter, pero para sus tres amigos eso pareció no ser importante, puesto que todo el mundo cambia en esas edades, ellos incluidos. No fue sino hasta unos meses atrás, que Remus notaba que su carácter cambiaba demasiado con cada fase lunar, lo que la mayoría de las veces lo hacía ver como un auténtico lunático.
El muchacho podía estar tranquilo, a pasar a estar cansado como si le hubiesen dado una paliza, hambriento a cada instante, sin querer comer nada en días, feliz, demasiado sensible, demasiado atontado, dormilón...
Probablemente hoy estaba en una mezcla de todas.
Su vista estaba desenfocada, sabía que estaba sentado en su cama con un libro entre sus manos, sabía que no estaba solo, sus sentidos lo mantenían atento de todo a su alrededor, incluso si estaba en otro plano estral. Las risotadas de James y Sirius se oían pero de manera embotellada.
---¡Lunático, oye, Rem! ¿nos escuchas?
---¿Uh? Disculpad, ¿de qué habláis?
Los chicos notaban que era como la quinta vez en el día que Remus parecía vivir en otro mundo del que ellos no eran partícipes. James se subió las gafas levemente mientras lo miraba con atención, y Sirius apoyaba su cabeza en la palma de su mano, mirándolo con ambas cejas alzadas.
---Decíamos que es imposible que a Peter le vaya bien con esa Slytherin con la que supuestamente iba a quedar. ¿Estamos locos? ¡una víbora! No sé como puede ser tan inocente, acabará en la enfermería con un maleficio punzante.
Sirius bromeaba mientras su inseparable amigo reía. Ya casi había olvidado que Peter había quedado con una Slytherin un año mayor que ellos, realmente no le daba tanta importancia como ellos.
Tuvo que cerrar los ojos levemente ante el alto sonido de las carcajadas de sus amigos. Era como si estuviera pasando por una desagradable resaca.
---Al menos él está con una chica ahora, quizá sea una persona normal, pero vosotros os encargáis de meter a todo el mundo en el mismo saco.
Las risas de ambos chicos pararon al escuchar sus palabras y se miraron entre sí mientas Remus se frotaba las sienes.
---No lo dirás en serio, ¿verdad? Sabes como son con los Gryffi--
Los ojos chocolates y bastante cansados de Remus chocaron con los de Sirius, parecía molesto por la actitud de sus amigos, una actitud que quizá toleraría si no se sintiese tan agobiado por todo lo que sentía a su alrededor.
Rompió el contacto visual Sirius para llevar sus ojos a la túnica de Quidditch de James. Percibía un extraño olor a sudor y colonia que para su sensible olfato, era demasiado. Miró después los envoltorios con restos de dulces que había sobre la mesita de Peter al otro lado de la habitación, olían demasiado dulce.
El olor predominante, el olor que opacaba sin dudarlo a los demás, el olor que hacía que ahora cerrase los ojos por lo fuerte que era.
Olía a Sirius por todas partes.
Su exceso de colonia en su uniforme, su equipación de Quidditch desordenada, su maldita chaqueta de cuero que estaba tirada sobre su cama... olía... olía bien.