Secretos al descubierto.

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Remus Lupin nunca había sido especialmente bromista, sino todo lo contrario. Podría decirse que era un fanático de las normas, las seguía al pie de la letra, siempre procurando hacer lo correcto.

El apenas tenía once años, pero sabía que cualquiera podría descubrir su condición si indagaba un poco. Por eso, en palabras de su padre, debía ser muy precavido.

Su larga y ancha túnica negra cubría todo su cuerpo, pues sentía que si alguien lo miraba más de dos segundos, era porque se había dado cuenta de esas horrendas cicatrices que cubrían su cuerpo, esas que tanta vergüenza le daba mostrar, le daba miedo que la gente viera que era un monstruo.

Esos cabellos largos y esos ojos color chocolate tan tiernos no eran nada más que una tapadera, una farsa para ocultar la fealdad de su interior. Remus jamás podría quererse a sí mismo, no podía.

Solamente había una persona capaz de quererlo el doble: Sirius Black.

Ese niño ligeramente más alto que él, esbelto, de cabellos azabaches salvajes y ojos plateados que llevaba mirándolo fijamente más de tres minutos. No entendía si es que no sabía disimular o es que lo miraba así a posta.

Tras acabar su tostada se apresuró a levantarse, ya que comenzaba a entrar en pánico, y tomando su mochila, prácticamente salió corriendo del gran Comedor.

Este raro comportamiento no pasó desapercibido para Sirius, que en seguida se volteó a mirar a James.

—Oye amigo, ¿qué sabemos de Lupin?

El niño de gafas lo miró sin importancia y simplemente se encogió de hombros haciendo una mueca aburrida.

—Un ratón de biblioteca que no habla con nadie. Compartimos dormitorio con él y apenas nos habla.

Peter carraspeó un poco tras morder una Magdalena, hablando sin pararse a masticar bien.

—Pues yo creo que es un poco raro. Apenas notaría su presencia si no fuera porque es el alumno más brillante de la clase y gana muchos puntos.

Pero a Sirius le llamaba demasiado la atención como para pasar por alto que rehuyera siempre la mirada, estaba dispuesto a averiguar que le pasaba al muchacho bajito y delgaducho.

Por un momento pensó que podría sufrir una enfermedad de esas extrañas, por eso tenía ese aspecto enfermizo, apenas comía y se iba una vez al mes con el pretexto de que visitaba a su madre enferma.

Estiró su brazo y tomó un par de chocolatinas que había en la mesa guardandoselas en el bolsillo de la túnica. A Sirius Black no se le escapaba nada.

Se puso en pie bajo las miradas interrogantes de sus dos amigos y echó a correr por el comedor chocando con una muchacha pelirroja que había identificado como Evans, quién le llamó la atención de forma poco amigable y con una voz de niña mandona.

Los pasillos estaban repletos de estudiantes que habían desayunado y hacían tiempo hasta que comenzaran las clases. Sirius tenía que ponerse de puntillas para ver por encima de los estudiantes mayores.

Le costó unos segundos localizar un niño bajito con los colores de Gryffindor que corría a doblar la esquina, con dirección a los baños de la primera planta. Más rápido que un rayo, el pelinegro corrió detrás de él, llamándolo a voces que eran silenciadas por el barullo de los estudiantes.

Cuando consiguió llegar a los baños masculinos, empujó la puerta sin cuidado, y lo primero que vio fue una túnica negra tirada en el piso, era como si alguien se la hubiese quitado corriendo y sin cuidado de que se ensuciara.

𝐖𝐨𝐥𝐟𝐬𝐭𝐚𝐫;; ᴏɴᴇ ꜱʜᴏᴛꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora