ACLARACIÓN.
En esta parte he querido mostrar un poco de la infancia de Sirius y la relación con su hermano, ya que creo que es muy importante y está bastante omitido. No será Wolfstar como tal.
Espero que guste.
1968
El pequeño Regulus, de apenas siete años de edad estaba triste.
Últimamente no había tenido la oportunidad de jugar con su hermano mayor, y es que pasaba tanto tiempo castigado y encerrado en su habitación que casi se había olvidado de su rostro.
El pequeño pelinegro no comprendía por qué Sirius era tan malo. Su madre siempre estaba tan enojada con él y le gritaba tanto que Regulus había comenzado a adquirir la idea de que su hermano era malo, malísimo.
Recordaba como hacía menos de una semana sus primas habían venido de visita. Recordaba como Narcissa, que era de la edad de Sirius, iba tan linda con su vestido nuevo y su cabello rubio decorado con un lazo.
Recordaba como Sirius y ella habían peleado y como su hermano le arrojó un trozo de pastel poniéndola perdida y como ella lloraba desconsoladamente.
Recordaba como tras irse rápidamente su madre le había gritado tanto que sintió ganas de llorar y como abofeteaba a Sirius.
Pero sobretodo, lo que menos entendía era como él también se había reído y nunca le llegó a golpear. Su padre le hizo un gesto para que se mantuviera al margen.
Sirius llevaba casi cuatro días encerrado en su habitación, castigado, y Kreacher aparecía de vez en cuando con algo de comida para su hermano, y después, iba a su habitación a darle dulces, pues sabía que su pequeño amo se sentía solo.
Regulus tenía un miedo irracional a la oscuridad. Su casa no era precisamente el lugar más luminoso, y le tenía un pavor tremendo a esas cabezas de elfos colgadas en la pared que parecían observarlo.
Se abrazó a la puerta entreabierta de su habitación contemplandolas, temiendo que si parpadeaba los feos elfos le atacasen, y no tenía a Sirius para defenderse. Sirius siempre llevaba una vela para atravesar el oscuro pasillo de la mano de Regulus.
Miró a ambos lados excesivas veces, al punto de casi marearse y en el momento menos esperado, salió corriendo en dirección a la habitación de su hermano, intentando no mirar atrás y haciendo bastante ruido con sus zapatos.
—¿¡Quién está corriendo?!
La voz de su madre proveniente de abajo lo sobresaltó e hizo que se detuviera en seco. Bueno, solo quedaban dos puertas antes de la de Sirius. Avanzó sigilosamente con cautela y se paró frente a la puerta con la inscripción que decía "Sirius Orión Black".
Tocó un par de veces con sus pequeños nudillos pero no obtuvo respuesta, así que volvió a intentarlo una vez, y otra vez.
—Vete de aquí, Reg, te la vas a cargar.
Sonó por fin la voz de Sirius a través de la puerta. Regulus se agachó para ver por debajo de esta pero no vio absolutamente nada. El niño se frustró e intentó abrir la puerta, pero estaba bloqueada.
—Me aburro... quiero jugar.
—Estoy castigado, no podemos jugar, lo siento Reg.
Pero el pequeño Regulus no pareció entenderlo. Hizo un puchero y dispuesto a no rendirse, dio un pisotón en el suelo.