Confesiones

1.2K 138 124
                                    

Sirius estaba rarísimo.

Y tal vez Remus y Peter no se habían percatado, pero James lo había notado a la perfección.

Por algo era su mejor amigo.

Por un momento pensó que estaba enfadado con ellos, pero no, Sirius jamás se enojaba, siempre estaba de cachondeo.

Aunque pensándolo bien, ahora ni si quiera estaba de cachondeo, y ni James  lo había visto así.

Cada cierto tiempo se quedaba mirando un punto fijo sin pestañear, fumaba más de lo habitual, se iba a dormir temprano, cenaba poco... ni si quiera él podía subirle el ánimo.

El pelinegro pasaba increíblemente desapercibido en las clases, cuando era habitual verlo haciendo escándalo.

Levantó la mirada, contemplando a Sirius, que estaba jugando con su varita de manera aburrida, sin realmente prestar atención a su alrededor. Remus estaba estudiando en la biblioteca con Lily y Peter cumplía un castigo con McGonagall, la situación no podía ser más incómoda para el de gafas.

Pero se había armado de valor para hacerle la pregunta.

—Sirius, ¿qué te pasa?

El nombrado levantó la cabeza de manera aburrida y puso cara de no entender, aunque en el fondo estaba agradecido de que alguien le preguntara, siempre le gustaba ser el centro de atención, más aún de sus amigos.

—No te entiendo. ¿Qué me pasa de qué?

Dijo alzando una ceja, intentando negar y que James rodó los ojos.

—Llevas unos días rarísimos, ¿no quieres hablar de ello?

Ambos chicos se quedaron mirándose unos segundos y James podía jurar que ya casi lo tenía. A Sirius nunca se le había dado bien ocultar las cosas, era un muchacho muy expresivo, y jamás se callaba. Era divertido hasta cierto punto ver como casi le recorrían el rostro pequeñas gotas de sudor.

—¿Y bien...?

Se cruzó de brazos el de gafas, entrecerrando los ojos para conseguir que desembuchara.

Y Sirius desembuchó, vaya que lo hizo. Eso sí, quizá no era la respuesta que James esperaba. Sirius se sentó en su cama con las piernas cruzadas como indio.

Y lo dijo, sin más.

—Creo que me gusta Remus.

—¿Eh?

El de gafas acercó un poco más el rostro en un intento de oírlo mejor. ¿Por qué Sirius murmuraba si estaban solos? Que hablase más alto.

—Me has oído Cornamenta, no me hagas repetirlo.

Entre dientes y con el rostro algo colorado, Sirus tragó saliva sonoramente, realmente comenzaría a sudar en cualquier momento, y su corazón latía tan fuerte que pensaba que se le saldría del pecho.

Si le costaba tanto decírselo a James, ¿cómo será contárselo a Lunático? Se moriría.

—Realmente no te he oído, perro gruñón.

—¡Que me gusta Remus, joder me gusta!

Gritó prácticamente poniéndose de pie de un salto y mirando a James y a la puerta del dormitorio todo el tiempo, temiendo que justo el nombrado entrase de golpe y a la vez queriendo salir corriendo por puro instinto.

Un silencio de más de mil años (a ojos de Sirius) se hizo entre los dos mientras se miraban sin decir nada. James abría tanto la boca que parecía que la mandíbula se le caería al piso y a la vez los ojos se le salían de las cuencas, mientras Sirius estaba tan avergonzado que no sabía que decir ni hacer, quedándose paralizado en su lugar.

𝐖𝐨𝐥𝐟𝐬𝐭𝐚𝐫;; ᴏɴᴇ ꜱʜᴏᴛꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora